Navidad es una fiesta especial, significativa para todos nosotros los creyentes en Cristo. Es una fiesta donde
hacemos memorial el nacimiento del Dios-con-nosotros. Navidad es el momento donde se
cumple la profecía anunciada por el profeta Isaías «Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le
pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"»
(7,14). Y san Pablo, por su parte, en su carta a las Gálatas nos dice: “llegada
la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido
sujeto a la ley”.
“Llegada la
plenitud de los tiempos”. Esto quiere decir que el nacimiento del Salvador no
ocurrió porque a Dios se le ocurrió así por así, sino que a lo largo de la
historia de la salvación Dios de diferentes modos y formas ha ido preparando al
pueblo para que sea partícipe de la encarnación del Salvador: Jesús. Pero no
solo para que sea partícipe del nacimiento, sino que el pueblo sienta de una
manera más cerna el amor de Dios: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo único, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga
vida eterna” (Jn 3,16).
Por tanto, Navidad es la fiesta donde Dios se muestra cercano, un Dios que entra en
nuestra historia, un Dios con- nosotros. Es como el Dios del éxodo: "el
que es", "el que está", el que ve el dolor de su pueblo y lo
libera. El nombre que se le pondrá al Salvador es "Jesús", que
significa "Dios salva". Es importante resaltar que el nacimiento del
Hijo de Dios, que entra en nuestra historia, se da de una manera humilde y
sencilla: en un pesebre, rodeado de la Virgen María y san José, de un buey, un
asno y de pastores que se encontraban cerca del lugar.
Me pregunto: ¿no
tendría que cambiar nuestra vida, y nuestro talante de esperanza, si creemos de
veras en esta verdad? ¿No tendría que contrarrestar este anuncio la impresión
que nos puedan hacer todas las demás noticias, no muy optimistas, de nuestra
historia?
Navidad es
entonces amor, vida, alegría, humildad, sencillez, cumplimiento de las
promesas. Navidad nos lleva a un compromiso: cambiar nuestra vida, es decir: “humanizar
nuestra vida” con la persona de Jesús.
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