martes, 6 de diciembre de 2016

DOCUMENTO PONTIFICO MISERICORDIA ET MISERA




El Documento Pontificio “Misericordia et misera” (MM) es una Carta Apostólica escrita por el Sumo Pontífice Francisco el 20 de noviembre de 2016 en la Solemnidad de Cristo Rey. La Carta Apostólica se publica con motivos de la clausura del Jubileo extraordinario de la Misericordia. Jubileo que tenía como uno de los objetivo experimentar la misericordia de Dios Padre en diferentes espacios fuertes, como por ejemplo: la peregrinación a la Puerta Santa, participando del Sacramento de la Reconciliación y practicando las obras de misericordia: las corporales y espirituales. Se busca, pues, con la experiencia de la misericordia del Padre, que cada uno sea portador de la misericordia donde se encuentre, para que, de este modo, se vaya forjando una cultura de la misericordia, ante una sociedad muchas veces inmisericorde. 

MM. es una Carta muy pequeña, con apenas 22 numerales, con una introducción muy breve. En la introducción el papa Francisco da a conocer la razón del nombre de la Carta: “Misericordia et misera” son las palabras que san Agustín usa para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8, 1-11)”. Dicha expresión nos transporta a esa experiencia fuerte que se da entre la miserable y la misericordia. Mientras todos querían dar muerte a la mujer por el pecado cometido, Jesús - La Misericordia – le ofrece perdón y salvación.  Gran enseñanza que nos da Jesús, pues él si se preocupa por el pecado no es para dar muerte, sino para dar vida por medio del perdón y la misericordia. En efecto, con la encarnación del Dios - con - nosotros “La miseria del pecado ha sido revestida por la misericordia del amor” (MM 1).

De los numerales del 1-4 el papa Francisco resalta aspectos importantes que se ha aprendido y vivido en el Año Santo de la misericordia:
a.       La misericordia es la razón de ser de la Iglesia.
b.      Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre.
c.       La misericordia nos lleva a mirar más allá y a vivir de otra manera. La conversión se da por la misericordia. La misericordia cambia la vida.
d.      El perdón es el signo más visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida.
e.       Nada de cuanto un pecador arrepentido coloca delante de la misericordia de Dios queda sin el abrazo de su perdón.
f.       La misericordia es esta acción concreta del amor, que perdonando, transforma y cambia la vida.
g.       La misericordia suscita alegría porque el corazón se abre a la esperanza de una vida nueva.
h.      Necesitamos testigos de la esperanza y de la verdadera alegría para deshacer las quimeras que prometen una felicidad fácil con paraísos artificiales.

Seguidamente de los numerales 5-20 el Papa nos propone cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo la riqueza de la misericordia divina, porque, si en verdad ha terminado el Jubileo y la Puerta Santa se ha cerrado, “Pero la puerta de la misericordia de nuestro corazón permanece siempre abierta, de par en par”. Para ello sugiere el papa Francisco seis acciones concretas:
a.       Celebrar la misericordia.
b.      La escucha de la Palabra de Dios.
c.       Celebrar, conocer y difundir la Palabra.
d.      La celebración del Sacramento de la Reconciliación.
e.       La consolación.
f.       La práctica de las obras de misericordia.

1.      Celebrar la misericordia.
Estamos llamados a celebrar la misericordia de Dios, porque en la liturgia, “la misericordia no solo se evoca con frecuencia, sino que se recibe y se vive” (MM 5) en cada momento. Es, pues, el amor, el primer acto con el que Dios se da a conocer y viene a nuestro encuentro en cada momento de la celebración eucarística para permanecer junto a nosotros a pesar de nuestras pecados e infidelidades.

2.      La escucha de la Palabra de Dios.
La escucha de la Palabra se vive en la celebración eucarística, produciéndose un verdadero diálogo entre Dios y su pueblo. El papa Francisco nos dice que  “En la proclamación de las lecturas bíblicas, se recorre la historia de nuestra salvación como una incesante obra de misericordia que se nos anuncia. Dios sigue hablando hoy con nosotros como sus amigos, se «entretiene» con nosotros, para ofrecernos su compañía y mostrarnos el sendero de la vida. Su Palabra se hace intérprete de nuestras peticiones y preocupaciones, y es también respuesta fecunda para que podamos experimentar concretamente su cercanía” (MM 6). El Dios de la misericordia que se ha revelado, en la historia de la salvación, es el mismo que nos sigue hablando hoy haciéndose cercano, como a los caminantes de Emaús, en el camino de nuestra historia.  Por ello, recomienda el Papa a todos los sacerdotes a preparar la homilía y a tener cuidado en la predicación. “Ella será tanto más fructuosa, cuanto más haya experimentado el sacerdote en sí mismo la bondad misericordiosa del Señor. Comunicar la certeza de que Dios nos ama no es un ejercicio retórico, sino condición de credibilidad del propio sacerdocio. Vivir la misericordia es el  camino seguro para que ella llegue a ser verdadero anuncio de consolación y de conversión en la vida pastoral” (MM 6).

3.      Celebrar, conocer y difundir la Palabra.
La Biblia, que contiene la palabra de Dios, se encarna en unas coordenadas culturales concretas, asumiendo y creando formas y modelos de vida conforme al Creador. Ella es la gran historia que narra la misericordia de Dios. Desde el primer libro sagrado Dios ha querido impregnar en el universo el sello de su amor, llegando a su plenitud en la encarnación: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

Porque encontramos en la Biblia la gran historia de la misericordia de Dios el Papa desea que “la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más, para que nos ayude a comprender mejor el misterio del amor que brota de esta fuente de misericordia” (MM 7). Una de las técnicas para entrar en el procedo del conocimiento de la Palabra y para que la vida espiritual es fortalezca y crezca es la práctica de la lectio divina. En definitiva, es un gran reto a tener en cuenta en el trabajo pastoral con las cofradías, hermandades, comunidades, grupos juveniles, entre otros, para que dediquen un tiempo en sus reuniones para hacer la lectio divina con los textos que abordan directamente el tema de la misericordia de Dios. Ahora bien, está demás recalcar que el acompañamiento del párroco o del animador es de vital importancia para el fortalecimiento y crecimiento espiritual por medio de la lectura orante de la Palabra.

4.      El Sacramento de la Reconciliación.
En el Sacramento de la Reconciliación es el espacio propicio donde Dios mismo sale a nuestro encuentro, cual padre del hijo pródigo, y con un abrazo de perdón y misericordia nos devuelve la gracia de ser sus hijos. Es un espacio también para empezar un camino de conversión, porque “Dios muestra la vía de la conversión hacia él, y nos invita a experimentar de nuevo su cercanía. Es un perdón que se obtiene, ante todo, empezando por vivir la caridad” (MM 8). Ahora bien, experimentar el perdón de Dios en el Sacramento de la Reconciliación, lleva consigo un compromiso práctico: perdonar a los demás como Dios nos ha perdonado nuestros pecados (cf. Mt 6,12).

Para que la gracia del Jubileo siga siendo viva y eficaz el Papa pide que el trabajo pastoral de los Misioneros de la Misericordia no cese hasta una nueva disposición. Asimismo, el Papa pide a los sacerdotes “prepararse con mucho esmero para el ministerio de la Confesión, que es una verdadera misión sacerdotal (MM 10), por ello pide a los ministros de la misericordia que sean:
-          Acogedores con todos.
-          Solícitos en hacer reflexionar sobre el mal cometido.
-          Claros en los principios morales.
-          Disponibles para acompañar en el camino penitencial.
-          Prudentes en el discernimiento en cada caso.
-          Generosos en el momento de dispensar el perdón de Dios.
Definitivamente el ejercicio de estas acciones por parte de los ministros de la misericordia exige mucha oración y preparación espiritual e intelectual.

Otra medida dada por el Papa, muy aplaudida por los fieles y por muchos pastoralistas, aunque tomada con mucho temor por los moralistas, es la facultad que da a todos los sacerdotes de absolver a todos aquellos que han procurado el pecado del aborto, porque “No existe ley ni precepto que pueda impedir a Dios volver a abrazar al hijo que regresa a él reconociendo que se ha equivocado, pero decidido a recomenzar desde el principio. Quedarse solamente en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina.” (MM 11). En definitiva, nadie que se haya arrepentido de verdad puede quedarse sin vivir la misericordia de Dios Padre. “Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial” (MM 12).

5.      La consolación.
Dios en el profeta Isaías dice: “Consolad, consolad a mi pueblo” (Is 40,1). En los evangelios encontramos a Jesús en varios momentos consolando al pueblo o a personas en particular, como por ejemplo a la viuda de Naín: “Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: “No llores” (Lc 7, 13). La consolación es el remedio espiritual para sanar el dolor, la soledad, la tristeza, la frustración, la incomprensión. Todos, de alguna manera hemos pasado por uno de estos sentimientos o experiencias, por eso todos tenemos la necesidad de consuelo.

Ante tanto dolor y sufrimiento que vemos en la sociedad, en la familia, en la vida personal del hombre y la mujer Dios permanece cercano para consolar, por medio de expresiones como: “Una palabra que da ánimo, un abrazo que te hace sentir comprendido, una caricia que hace percibir el amor, una oración que permite ser más fuerte…  A veces también el silencio es de gran ayuda; porque en algunos momentos no existen palabras para responder a los interrogantes del que sufre. La falta de palabras, sin embargo, se puede suplir por la compasión del que está presente y cercano, del que ama y tiende la mano” (MM 13).

6.      La práctica de las obras de misericordia.
“Por su misma naturaleza, la misericordia se hace visible y tangible en una acción concreta y dinámica. Una vez que se la ha experimentado en su verdad, no se puede volver atrás: crece continuamente y transforma la vida” (MM 16). La misericordia no se revela en lo abstracto o por medio de un discurso, sino que se da a conocer de una manera concreta. No hay mejor manera de hacer visible y de transmitir la experiencia transformadora de la misericordia de Dios que con la práctica de las obras de misericordia.

Todavía hay en el mundo poblaciones enteras que sufren hambre, sed, que no tienen un techo donde pasar la noche, hermanos que huyen de sus países por la guerra o el hambre, hay muchos poblaciones sumergidas en el analfabetismo. El valor social que encarna las obras de misericordia “nos impulsa a ponernos manos a la obra para restituir la dignidad a millones de personas que son nuestros hermanos y hermanas, llamados a construir con nosotros una «ciudad fiable»” (MM 18). Por ello “Estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos” (MM 20).

Estamos viviendo un tiempo propicio para vivir y practicar la misericordia. Dice el papa Francisco: “Este es el tiempo de la misericordia. Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar. Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura. Es el tiempo de la misericordia, para que los débiles e indefensos, los que están lejos y solos sientan la presencia de hermanos y hermanas que los sostienen en sus necesidades. Es el tiempo de la misericordia, para que los pobres sientan la mirada de respeto y atención de aquellos que, venciendo la indiferencia, han descubierto lo que es fundamental en la vida. Es el tiempo de la misericordia, para que cada pecador no deje de pedir perdón y de sentir la mano del Padre que acoge y abraza siempre” (21).

Aprovechemos este tiempo, desde el lugar donde nos encontremos, para crear una cultura de humanidad y de misericordia. Que nadie muera por hambre, por sed o por frío; que nadie muera por buscar la paz y la salud; que nadie muera sin conocer la misericordia de Dios.  





No hay comentarios:

Publicar un comentario

  LA ANDRIANA La Andriana es una comedia escrita por el comediante latino Publio Terencio Afro. Según los estudios, hay un cierto consenso...