jueves, 1 de octubre de 2015

NUESTRA CASA COMÚN





LAUDATO SI` es un documento pontificio del sumo pontífice Francisco, que fue publicado el 24 de mayo de este año, en el tercer año de su pontificado. Dicho documento pontificio pertenece al género de Carta Encíclica que, por su peso y verdad que contiene este género, todos los fieles están llamados a concederle asentimiento, obediencia y respeto. La Carta Encíclica, ha dicho el Papa, pertenece a la disciplina de la Doctrina Social de la Iglesia (15) y está dirigida “a los Obispos, a los Presbíteros y a los Diáconos, a las personas consagradas y a todos los fieles laicos sobre el cuidado de la casa común”; es decir la Carta Encíclica LAUDATO SI` está dirigida a todos los hombres de buena voluntad. 

Esta Carta Encíclica, inspirada en el Cántico a las criaturas de San Francisco de Asís, es una respuesta a la actual crisis ecológica que estamos viviendo. En este sentido, LAUDATO SI` presenta todo un desafío urgente de proteger nuestro planeta, nuestra casa común, en el cual vivimos, nos movemos y existimos. Debido a la urgencia, el papa Francisco hace una llamado a todos los miembros de la casa común a “un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo nuestro planeta” (14). Así mismo, nos dice que por el desafío ambiental que a todos nos interesa “necesitamos una conversión que nos una a todos” y “una solidaridad universal nueva”. 

El papa Francisco desarrolla el tema sobre el cuidado de la casa común en seis capítulos, cada uno de ellos dividido internamente con títulos propios de la temática que se está tocando en el capítulo; terminando con dos oraciones, la primera es una oración por nuestra tierra y la segunda es una oración cristiana con la creación.


En el primer capítulo el papa presenta un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis  ecológica, cuyo objetivo es tomar conciencia de lo que le está pasando a nuestra casa común; es decir, “atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo,  y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (19). Es por eso que parte su recorrido diciéndonos que la contaminación, la basura y la cultura del descarte ha llevado a nuestra casa, la tierra, a “convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” (21).

El segundo capítulo nos habla acerca de los aportes que nos dan a la actual crisis ecológica la tradición judeo–cristiana en los libros Sagrados, es decir los compromisos ecológicos que brotan desde la fe, desde nuestras propias convicciones.  En los relatos de la creación, el papa resalta la idea de la relación: “la existencia humana se  basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (66) Por tanto cada criatura, cada ser tiene un valor y un significado que nos llama a la unidad, a la trascendencia, al amor de Dios. Actualmente el hombre ha roto esta relación, porque ha pretendido ser Dios, olvidándose que la tierra se nos ha sido dada, la tierra nos precede y se nos ha sido dado para todos. En este sentido el papa propone que “todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derecho fundamentales de los más postergados” (93) porque tanto el rico como el pobre tienen igual dignidad.

En los dos primeros capítulos el papa nos presenta los síntomas de la actual crisis ecológica, pero él no solo se quiere quedar evaluando y describiendo los síntomas, sino que quiere ir al fondo del asunto, es por eso que en el tercer capítulo el Papa desarrolla la raíz humana de la crisis ecológica. El deterioro de la casa común es producto de “el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional” (106). Según este paradigma es el sujeto quien está llamado a abarcar el objeto que se halla delante de él, a extraer todo lo que pueda del objeto para su propio beneficio. Este modelo tecnocrático tiene mucha influencia sobre la economía y la política mundial, que nos ha llevado a tener un “superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora” (109).

Otro problema de la raíz humana, nos dice el Papa, es el paradigma del antropocentrismo moderno que le ha dado tanto poder a la razón técnica que lo ha llevado al hombre a desvincularse de su propia realidad que lo envuelve. Como consecuencia se tienen dos olvidos nefastos para nuestra casa común: en primer lugar no se reconoce a los demás seres de la casa común un valor propio y, en segundo lugar, hay una negación de todo valor peculiar al ser humano, que es fruto del relativismo práctico. Por tanto, si queremos una nueva relación con la naturaleza y con el hombre mismo, se requiere un nuevo ser humano, es decir un cambio de paradigma antropológico que nos lleve a sanar todas nuestras heridas.

En el cuarto capítulo el papa propone a todos los hombres de buena voluntad “a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (137) porque no hay dos crisis separadas, sino una sola: la crisis socio-ambiental. Nos dice el Papa que las líneas para esta compleja crisis “requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad de los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (139).

El capítulo quinto de la LAUDATO SI` nos presenta algunas líneas de orientación y acción para salir de la espiral de la autodestrucción en lo que no encontramos. En primer lugar el papa, frente a “los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global” (169) pide diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional, y el cumplimiento de los acuerdos internacionales; para ello, sostiene el papa, es necesario “la presencia de una verdadera Autoridad política mundial”. En segundo lugar, el papa pide  prestar atención a las políticas nacionales y locales para las cuestiones relacionadas con el ambiente y con el desarrollo económico; para ello pide que la sociedad participe activamente en las políticas de cada país en lo referente a las innovaciones tecnológicas, porque “si los ciudadanos no controlan el poder político –nacional, regional y municipal-, tampoco es posible un control de los daños ambientales” (179). En tercer lugar, frente a la cultura consumista que, para la aprobación y ejecución de un proyecto, “puede adelantar trámites demasiado rápidos o consentir el ocultamiento de la información” (184) el papa pide diálogo y transparencia en los procesos de un estudio de impacto ambiental; sería bueno, dice el Papa, que en todo emprendimiento de un proyecto se planteara una serie de preguntas para saber  si aportará a un verdadero desarrollo integral: “¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará?” (185). En cuarto lugar, el Papa, pensando en el bien común, pide diálogo entre política y economía, “necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana” (189) para ello se necesita cambiar el paradigma de desarrollo global y una política que piense con una visión amplia e integradora, “incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis” (197). Finalmente en quinto lugar, como la mayoría de los hombres del planeta se declara creyente, es necesario dice el Papa volver a “abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz” (200).

En el capítulo sexto, último ya de la Encíclica LAUDATO SI`, el papa Francisco propone algunas líneas para la educación y espiritualidad ecológica. En primer lugar nos invita a apostar por un nuevo estilo de vida capaz de hacer frente al paradigma tecnoeconómico, que nos ha llevado a un consumismo obsesivo. Una manera de hacer frente a este paradigma es dejar de comprar productos que tienen un impacto ambiental  contrario al desarrollo integral. En segundo lugar, hace un llamado a la educación ambiental para que no sólo informe sobre el cuidado ambiental, sino sobre todo que se dedique a desarrollar hábitos “que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, etc.” (211); en este aspecto la familia juego un rol importantísimo, por es en ella donde se cultivan los primeros hábitos de amor y de cuidado de la vida. Finalmente dice el papa que es necesario una conversión ecológica, que nace fruto del encuentro personal con Jesucristo y que nos lleva a tener actitudes de gratitud y gratuidad, “es decir, un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencias actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los reconozca” (220).


Es importante resaltar que desde el inicio la Encíclica LAUDATO SI` reconoce que los seres humanos, y todo ser viviente, somos tierra porque de ella hemos sido formados (2). Es relevante  reconocerse que somos tierra y que tenemos un vínculo con nuestra casa común, porque tiene un significado fundamental para nuestro tiempo. Solo sintiéndonos parte de nuestra madre tierra podemos ser capaces de reconocer nuestros errores, nuestros desaciertos en el momento de intervenir sobre ella como si fuera un objeto al cual hay que sacarle todo el provecho posible. Movidos por nuestro paradigma tecnocrático, que “tiende a ejercer su domino sobre la economía y la política” (109), nos ha llevado a sentirnos propietarios y dueños de nuestra casa común, asimismo ha creado un tipo de hombre sumergido en “la angustia, en la pérdida del sentido de la vida y de la convivencia” (110).

Para revertir esta compleja crisis socio-ambiental es importante iniciar líneas de acción que nos conduzcan a “una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (139). Para ello es importante  cambiar radicalmente la visión dominadora que se tiene hacia el medio ambiente y hacia los más pobres; en este sentido el papa Francisco nos llama a una urgente conversión ecológica, es decir un cambio de corazón, que no sólo es personal, sino también comunitaria (219).  Esta conversión o cambio de paradigma nos llevara en entrar en diálogo con los demás seres, a sentirnos parte de un todo, donde todo está relacionado. La conversión nos lleva a crear valores para mejorar nuestras relaciones con el prójimo y con el medio ambiente, por ello “hay que atreverse a hablar sobre la integridad de la vida humana, de la necesidad de alentar y conjugar todos los grandes valores” (224)

En suma, LAUDATO SI` es una propuesta a la actual crisis ambiental que estamos viviendo producto del modelo industrial y de la sociedad de consumo que ha cambiado nuestra vida personal y social, llevándonos expoliar nuestra casa común. Revertir todos esto implica iniciar cambios profundos en las políticas de Estado y en le economía mundial; tener una mirada ecológica que sea  capaz de ponernos en relación con el otro y recuperar el principio de responsabilidad para dar soluciones concretas a la actual crisis.

                 

                         

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