LAUDATO SI` es un documento pontificio del sumo pontífice Francisco, que fue publicado el 24 de mayo de este año, en el tercer año de su pontificado. Dicho documento pontificio pertenece al género de Carta Encíclica que, por su peso y verdad que contiene este género, todos los fieles están llamados a concederle asentimiento, obediencia y respeto. La Carta Encíclica, ha dicho el Papa, pertenece a la disciplina de la Doctrina Social de la Iglesia (15) y está dirigida “a los Obispos, a los Presbíteros y a los Diáconos, a las personas consagradas y a todos los fieles laicos sobre el cuidado de la casa común”; es decir la Carta Encíclica LAUDATO SI` está dirigida a todos los hombres de buena voluntad.
Esta Carta Encíclica, inspirada
en el Cántico a las criaturas de San Francisco de Asís, es una respuesta a la
actual crisis ecológica que estamos viviendo. En este sentido, LAUDATO SI`
presenta todo un desafío urgente de proteger nuestro planeta, nuestra casa
común, en el cual vivimos, nos movemos y existimos. Debido a la urgencia, el
papa Francisco hace una llamado a todos los miembros de la casa común a “un
nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo nuestro planeta” (14).
Así mismo, nos dice que por el desafío ambiental que a todos nos interesa
“necesitamos una conversión que nos una a todos” y “una solidaridad universal
nueva”.
El papa Francisco desarrolla el
tema sobre el cuidado de la casa común en seis capítulos, cada uno de ellos
dividido internamente con títulos propios de la temática que se está tocando en
el capítulo; terminando con dos oraciones, la primera es una oración por
nuestra tierra y la segunda es una oración cristiana con la creación.
En el primer capítulo el papa presenta
un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, cuyo objetivo es tomar conciencia
de lo que le está pasando a nuestra casa común; es decir, “atrevernos a
convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que
cada uno puede aportar” (19). Es por eso que parte su recorrido diciéndonos que
la contaminación, la basura y la cultura del descarte ha llevado a nuestra
casa, la tierra, a “convertirse cada vez más en un inmenso depósito de
porquería” (21).
El segundo capítulo nos habla
acerca de los aportes que nos dan a la actual crisis ecológica la tradición
judeo–cristiana en los libros Sagrados, es decir los compromisos ecológicos que
brotan desde la fe, desde nuestras propias convicciones. En los relatos de la creación, el papa resalta
la idea de la relación: “la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente
conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (66) Por
tanto cada criatura, cada ser tiene un valor y un significado que nos llama a
la unidad, a la trascendencia, al amor de Dios. Actualmente el hombre ha roto
esta relación, porque ha pretendido ser Dios, olvidándose que la tierra se nos
ha sido dada, la tierra nos precede y se nos ha sido dado para todos. En este
sentido el papa propone que “todo planteo ecológico debe incorporar una
perspectiva social que tenga en cuenta los derecho fundamentales de los más
postergados” (93) porque tanto el rico como el pobre tienen igual dignidad.
En los dos primeros capítulos el
papa nos presenta los síntomas de la actual crisis ecológica, pero él no solo
se quiere quedar evaluando y describiendo los síntomas, sino que quiere ir al
fondo del asunto, es por eso que en el tercer capítulo el Papa desarrolla la
raíz humana de la crisis ecológica. El deterioro de la casa común es producto
de “el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo
junto con un paradigma homogéneo y unidimensional” (106). Según este paradigma
es el sujeto quien está llamado a abarcar el objeto que se halla delante de él,
a extraer todo lo que pueda del objeto para su propio beneficio. Este modelo
tecnocrático tiene mucha influencia sobre la economía y la política mundial,
que nos ha llevado a tener un “superdesarrollo derrochador y consumista, que
contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria
deshumanizadora” (109).
Otro problema de la raíz humana,
nos dice el Papa, es el paradigma del antropocentrismo moderno que le ha dado
tanto poder a la razón técnica que lo ha llevado al hombre a desvincularse de
su propia realidad que lo envuelve. Como consecuencia se tienen dos olvidos
nefastos para nuestra casa común: en primer lugar no se reconoce a los demás
seres de la casa común un valor propio y, en segundo lugar, hay una negación de
todo valor peculiar al ser humano, que es fruto del relativismo práctico. Por
tanto, si queremos una nueva relación con la naturaleza y con el hombre mismo,
se requiere un nuevo ser humano, es decir un cambio de paradigma antropológico
que nos lleve a sanar todas nuestras heridas.
En el cuarto capítulo el papa propone
a todos los hombres de buena voluntad “a pensar en los distintos aspectos de
una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y
sociales” (137) porque no hay dos crisis separadas, sino una sola: la crisis
socio-ambiental. Nos dice el Papa que las líneas para esta compleja crisis
“requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la
dignidad de los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (139).
El capítulo quinto de la LAUDATO
SI` nos presenta algunas líneas de orientación y acción para salir de la
espiral de la autodestrucción en lo que no encontramos. En primer lugar el papa,
frente a “los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien
común global” (169) pide diálogo sobre el medio ambiente en la política
internacional, y el cumplimiento de los acuerdos internacionales; para ello,
sostiene el papa, es necesario “la presencia de una verdadera Autoridad
política mundial”. En segundo lugar, el papa pide prestar atención a las políticas nacionales y
locales para las cuestiones relacionadas con el ambiente y con el desarrollo
económico; para ello pide que la sociedad participe activamente en las
políticas de cada país en lo referente a las innovaciones tecnológicas, porque
“si los ciudadanos no controlan el poder político –nacional, regional y
municipal-, tampoco es posible un control de los daños ambientales” (179). En
tercer lugar, frente a la cultura consumista que, para la aprobación y
ejecución de un proyecto, “puede adelantar trámites demasiado rápidos o
consentir el ocultamiento de la información” (184) el papa pide diálogo y
transparencia en los procesos de un estudio de impacto ambiental; sería bueno,
dice el Papa, que en todo emprendimiento de un proyecto se planteara una serie
de preguntas para saber si aportará a un
verdadero desarrollo integral: “¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué
manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los
costos y cómo lo hará?” (185). En cuarto lugar, el Papa, pensando en el bien
común, pide diálogo entre política y economía, “necesitamos imperiosamente que
la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de
la vida, especialmente de la vida humana” (189) para ello se necesita cambiar
el paradigma de desarrollo global y una política que piense con una visión
amplia e integradora, “incorporando en un diálogo interdisciplinario los
diversos aspectos de la crisis” (197). Finalmente en quinto lugar, como la
mayoría de los hombres del planeta se declara creyente, es necesario dice el
Papa volver a “abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus
propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz” (200).
En el capítulo sexto, último ya
de la Encíclica LAUDATO SI`, el papa Francisco propone algunas líneas para la
educación y espiritualidad ecológica. En primer lugar nos invita a apostar por
un nuevo estilo de vida capaz de hacer frente al paradigma tecnoeconómico, que
nos ha llevado a un consumismo obsesivo. Una manera de hacer frente a este
paradigma es dejar de comprar productos que tienen un impacto ambiental contrario al desarrollo integral. En segundo
lugar, hace un llamado a la educación ambiental para que no sólo informe sobre
el cuidado ambiental, sino sobre todo que se dedique a desarrollar hábitos “que
tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como
evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua,
separar los residuos, etc.” (211); en este aspecto la familia juego un rol
importantísimo, por es en ella donde se cultivan los primeros hábitos de amor y
de cuidado de la vida. Finalmente dice el papa que es necesario una conversión
ecológica, que nace fruto del encuentro personal con Jesucristo y que nos lleva
a tener actitudes de gratitud y gratuidad, “es decir, un reconocimiento del
mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencias
actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los
reconozca” (220).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsT2_Oqm_cBKiy9FE_gC-H1TCEQwqLFZiPFwUFSA9WxmuyGOulIfhVjoIV6AS3kvaCG474KNSpOuYxzF3M9p4n2a99OoE8_AbwwaHMqKqB4XBEz3MzkJDA7fJNDYG-6TsMmgCaEvAMStk/s320/casa2.jpg)
Para revertir esta compleja crisis
socio-ambiental es importante iniciar líneas de acción que nos conduzcan a “una
aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los
excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (139). Para ello es
importante cambiar radicalmente la
visión dominadora que se tiene hacia el medio ambiente y hacia los más pobres;
en este sentido el papa Francisco nos llama a una urgente conversión ecológica,
es decir un cambio de corazón, que no sólo es personal, sino también
comunitaria (219). Esta conversión o
cambio de paradigma nos llevara en entrar en diálogo con los demás seres, a
sentirnos parte de un todo, donde todo está relacionado. La conversión nos
lleva a crear valores para mejorar nuestras relaciones con el prójimo y con el
medio ambiente, por ello “hay que atreverse a hablar sobre la integridad de la
vida humana, de la necesidad de alentar y conjugar todos los grandes valores”
(224)
En suma, LAUDATO SI` es una
propuesta a la actual crisis ambiental que estamos viviendo producto del modelo
industrial y de la sociedad de consumo que ha cambiado nuestra vida personal y
social, llevándonos expoliar nuestra casa común. Revertir todos esto implica iniciar
cambios profundos en las políticas de Estado y en le economía mundial; tener
una mirada ecológica que sea capaz de
ponernos en relación con el otro y recuperar el principio de responsabilidad para
dar soluciones concretas a la actual crisis.
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