lunes, 19 de octubre de 2015

EL PODER DE LA RECONCILIACIÓN: EL CÁNTICO DEL HERMANO SOL



Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. (cfr. Apoc 4,9.11).

A ti sólo, Altísimo, corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.

Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, (cfr. Tob 8,7),
especialmente el señor hermano Sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana Luna y las Estrellas: (cfr. Sal 148,3),
en el cielo las has formado claras, preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor por el hermano Viento,
y por el Aire y Nublado y Sereno y todo tiempo(cfr. Dan 3,64-65),   
por el cual a tus criaturas das sustento. (cfr. Sal 103,13-14).

Alabado seas, mi Señor, por la hermana Agua, (cfr. Sal 148,4-5),
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano Fuego, (cfr. Dan 3,66),
por el cual alumbras la noche  (cfr. Sal 77,14):
y  es bello y alegre y robusto y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre Tierra, (cfr. Dan 3,74)
que nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos
con coloridas flores y hierbas. (cfr. Ps 103,13-14).

Alabado seas, mi Señor, por los que perdonan por tu amor (cfr. Mt 6,12),
y sufren enfermedad y tribulación.
Dichosos aquellos que las sufren en paz, (cfr. Mt 5,10),
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por hermana Muerte corporal,
de la que ningún hombre vivo puede escapar:
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal. (cfr. Apoc 2,11; 20,6).

Alabad y bendecid a mi Señor  (cfr. Dan 3,85),
y dadle gracias y servidlo con gran humildad. (Escritos y Biografías. Documentos de la Época, 2003)


I.                   INTRODUCCIÓN


Hay muchos hombres que perduran en la historia por sus escritos, enseñanzas, inventos, por su forma de vida, entre otros. Francisco de Asís, hombre nacido en el año 1182 dentro de un sistema social feudal que estaba entrando en crisis por el surgimiento de un nuevo sistema: la burguesía, hoy en el siglo XXI es relevante no sólo por sus escritos[1], sino sobre todo por su forma de vida, por su manera de relacionarse con Dios, con el prójimo y con la naturaleza. Su vida hecha oración, desprendida de todo aquello que lo pueda apartar del amor de Dios, transmitió el sentido profundo de la humildad y la pobreza, de la fraternidad y la armonía, de la paz y el bien.

El llamado Cántico del hermano Sol (Escritos y Biografías. Documentos de la Época., 2003) nos revela precisamente al Francisco pobre y humilde que, ni el dolor de las llagas de Cristo llevadas en su cuerpo, ni la enfermedad lo apartan del amor de Dios[2] (Cf. Rm 8,35). Un año antes de su muerte (1226) está totalmente convencido de que nadie ni nada lo puede apartar de aquello que siembre anheló: la configuración con Cristo pobre y crucificado.

En el presente artículo partiré presentando los datos históricos respecto al Cántico del hermano Sol, haciendo una presentación de la situación vital de Francisco. Seguidamente desarrollaré la interpretación de las estrofas resaltando lo más significativo para nuestra vida como hombres y mujeres de fe deseosos de vivir en armonía y reconciliados con uno mismo, con el prójimo, con la naturaleza y con Dios. Finalmente, a modo de conclusión, se mencionará la importancia de del Cántico para nuestra sociedad del siglo XXI.

II.                Datos históricos.

El Cántico del hermano Sol, atribuido a san Francisco de Asís[3], está escrito en el romance italiano de Umbría. Es decir, es un cántico compuesto en el lenguaje de la gente sencilla, de la gente de a pié, porque para ellas estaba dirigido. Y es que son los pobres, los humildes y sencillos los preferidos del Señor (Cf. Mt 13,25; 1Cor 1, 26-28), son ellos los que mejor captan el amor de Dios, la ternura de Dios en la creación; y por qué no decir, son ellos los que más se maravillan por la belleza de la creación. Por eso para Francisco la creación «solo» es un reflejo de la belleza de Dios creador, fuente de todo lo que es bueno y bello.

Algunos especialista sugieren como tres lugares donde pudo haberse compuesto el cántico al hermano Sol: san Damián, san Damián de la Foresta o el palacio episcopal de Asís. Sin embargo, la mayoría de ellos se inclina por afirmar que el Cántico fue escrito en la capilla de san Damián, donde el año 1106 escuchó la voz del Señor[4].

Respecto a la composición final, el Cántico se encuentra entre dos acontecimientos muy importantes para san Francisco de Asís y para la espiritualidad franciscana: la estigmatización en el monte Alverna en septiembre de 1224[5], y su muerte acaecida al atardecer del 3 de octubre de 1226[6]. Los datos que nos proporcionan los biógrafos de Francisco como  Celano, y otras referidas por la Leyenda de Perusa y, naturalmente, también por el Espejo de Perfección se puede pensar con fundamento que la composición del Cántico tuvo lugar en el invierno de 1224-1225. “Así, según Celano (2 Cel 213), el Cántico fue compuesto cuando Francisco, algún tiempo después de haber recibido las Llagas, yacía gravísimamente enfermo y, por ello, imposibilitado de seguir realizando aquellas correrías apostólicas que había acostumbrado hacer, montado en un asnillo, durante los meses inmediatamente posteriores a los Estigmas (cf. 1 Cel 98). Por lo tanto, hay que excluir absolutamente el otoño de 1224” (Solsona), como sugieren algunos autores.

Estos datos que se recogen de las fuentes franciscanas, nos hacen caer en la cuenta que el Cántico del hermano Sol no surgió de una mañana de primavera, de un corazón de un joven a quien la vida le sonríe, sino cuando Francisco yacía enfermo en san Damián, soportando los dolores de las Llagas, de la enfermedad de sus ojos y los fuertes dolores que tenía en su estómago.  Lehmann dice “Sabemos muy bien que la salud de Francisco sufrió un duro golpe desde su encarcelamiento en Perusa, donde probablemente contrajo la malaria con la secuela de recurrentes fiebres altas, letales para el hígado, que duraban cuatro días. Sus continuos ayunos y su dedicación, sin tregua, a las predicaciones itinerantes y a trabajar por la paz, lo estaban debilitando lentamente” (Lehmann L. , Francisco y la Belleza, 2011). Durante su viaje a Egipto 1219/1220 y su estadía allí[7], el calor y los vientos del desierto hizo que contrajera conjuntivitis, que lo conducía cada vez más a la ceguera. Para entonces Francisco sufría fuertes dolores en la vista, que la medicina de la época en vez de menguar el dolor hacía que se incremente. Francisco queriendo curarse, “se sometió a esa dolorosa intervención[8] en el verano de 1225, en Fonte Colombo cerca de Rieti. La operación no tuvo éxito alguno, sino que más bien le produjo la ceguera casi total y le aguzó sus dolores hasta darle la impresión de tener espinas clavadas en los ojos” (Lehmann L. , Francisco y la Belleza, 2011). Curiosamente el santo de Dios en vez de recluirse en sí mismo por su enfermedad y los dolores que le provocaba – añadido los dolores de las llagas – habló, exhortó, envió cartas a los hermanos y buscó la reconciliación entre el obispo y el alcalde de Asís (LP 84; EP 101)[9]. El primer biógrafo de san Francisco de Asís nos dice: “Era milagroso de veras que un hombre abrumado con dolores vehementes, de parte a parte, tuviera fuerzas suficientes para tolerarlos. Pero a estas sus aflicciones les daba el nombre no de penas, sino de hermanas.”[10]

            Francisco desde su experiencia de vida, como hombre de fe, señala con gran seguridad que Dios está no solo en los momentos felices y dichos de la vida, sino también en los momentos de sufrimiento y de oscuridad espiritual (Sal 27,10). Nuestra experiencia, por lo contrario, nos dice que cuando estamos enfermos, preocupados u ocupados en diferentes cosas, lo que normalmente disminuye o se extingue es nuestra relación con la creación: con el hombre, con la naturaleza. No fue así con Francisco. En el sufrimiento y el dolor de su cuerpo fue capaz de componer este hermoso Cántico al hermano Sol, reconociendo en las criaturas las huellas de Dios. Nos dice Lehmann que “En su cuerpo enfermo, extenuado, casi deshecho y marcado con las llagas, aparece el reflejo de Cristo resucitado. En él sobresale la fuerza de aquel que ha dicho: «En el mundo viviréis atribulados; pero tened buen ánimo, yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33)” (Lehmann L. , 2011). Por otro lado, Tadeo Matura nos dice al respecto que el Cántico al hermano Sol “es un canto de victoria sobre la desesperación que acaba de superar, una mirada todavía bañada en lágrimas, pero ya sosegada, a la bondad y armonía que Dios crea en el universo” (Matura). Es, pues, el Cántico compuesto al término de una noche oscura. Esa noche donde se siente que el alma cae en un vacío profundo y, cuando de repente de la “nada” sorprende la ternura de Dios, la fuerza del Omnipotente uno y trino dándonos luz y calor, amor y perdón.   

El Cántico del hermano Sol, por tanto, refleja el culmen de una vida entregada al Amor, a Cristo pobre y crucificado, es el final de una vida llena de fe que no estuvo exenta de sufrimientos y dolores, de luchas y oscuridades. Éloi Leclerc, ofm. nos dice que “Este Cántico brota de las profundidades de una existencia. Es su culmen y, sin duda, su más alta expresión. Pero hay algo a primera vista sorprendente: este hombre de ojos enfermos que no soportan la luz y no disfrutan de la vista de las criaturas, este hombre cuya mirada no tiene más horizonte que el esplendor del Reino, canta la materia para expresar su gozo: la materia ardiente y radiante, el sol, el fuego; la materia nutricia, el aire, el agua, la tierra, «nuestra madre la Tierra» (Leclerc).

Sin lugar a dudas que la vida del Poverello de Asís nos sorprende a cada momento, por eso también hoy nosotros, como en su tiempo lo hizo el hermano Maseo, podemos dirigirnos a Francisco y preguntarle sorprendidos: “¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti?”. Él en su respuesta nos dará la clave que explica el atractivo que todavía hoy ejerce su persona y el Cántico:
“Esto me viene de los ojos del Dios altísimo […] me ha escogido a mí para confundir la nobleza, la grandeza y la fortaleza y la sabiduría del mundo, a fin de que quede patente que de Él, y no de creatura alguna, proviene toda virtud y dodo bien  […] y quien se gloría, ha de gloriarse en el Señor”[11].

III.             Interpretación del Cántico
El título que se da al Cántico: del hermano Sol o de las Criaturas, nos puede llevar a un error y dar a entender que es un Cántico de alabanza a la naturaleza, a la creación. La verdad es que todo el Cántico está centrado en Dios. Francisco desde su experiencia de fe habla directamente a Dios en un lenguaje simbólico[12]. En efecto, “Dios es el único al que le corresponde la alabanza, reconocimiento, mediante la acción de gracias asombrada y entusiasta, de su manifestación en el mundo. Pues todas las criaturas muestran algo de la gloria esplendorosa de Dios” (Matura). Es por eso que el Cántico nos llama a reconciliarnos con el otro, con el totalmente Otro y con la creación.

La estructura del Cántico está formada por nueve estrofas más un versículo conclusivo. Las primeras palabras del Cántico reflejan quién es el Señor que ningún hombre es digno de pronunciar su nombre y, las últimas palabras nos señalan cómo tiene que ser el hombre ante Dios: “«Altissimu, onnipotente, bon-Signore... / ... cum grande humilitate»: he ahí los dos polos alrededor de los cuales gira y no para ese torno viviente de Francisco, modelando una de las alabanzas más limpias y bellas que se haya dirigido jamás a Dios” (Solsona).

1.      La primera estrofa.

“Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. (cfr. Apoc 4,9.11).

A ti sólo, Altísimo, corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre”.

Francisco en la primera estrofa señala claramente quién es el destinatario del Cántico: el Todo poderoso y buen Señor, que está precedida por la imagen del Altísimo (calificativo que aparece en la segunda y octava estrofa). Toda la adoración y alabanzas están dirigidas a aquel que es Todo poderoso y buen Señor, al Dios que crea y renueva, que ama y perdona. Toda la vida del santo buscó acercarse, configurarse con el Señor, sin embargo en esta búsqueda de la configuración con Cristo se da cuenta que hay en el hombre una limitación: los pecados hacen al hombre indigno de pronunciar el nombre de Dios: “ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre”. La apropiación de lo divino es limitada.

Han pasado ya veinte años de su conversión. Años que están marcados por una relación con Dios que cada vez se hace más desprendida y menos posesiva. “Este es el sentido profundo de la pobreza para él: renuncia a apropiarse lo que es de Dios y a Dios mismo. No renuncia a nombrarlo, a dialogar con el Altísimo, pero sí a una pretendida posesión del Altísimo” (Solsona). Francisco, ya al final de su itinerario espiritual, se encuentra reconciliado y amado, preparado y disponible para la llamada del Sumo Bien, sin embargo reconoce que es “indigno de nombrar al Altísimo”. Pasando por las criaturas cósmicas, por la realidad del hombre terreno y de la misma hermana muerte, Francisco emprende su vuelo sin retorno a la unión beatífica, siempre “con gran humildad”.

2.      Las seis estrofas esenciales.
                        Las seis estrofas que siguen son las que forman el cuerpo del Cántico. En ellas resaltan los siguientes elementos cósmicos:
v  «el señor hermano sol»;
v  «la hermana luna y las estrellas»;
v  «el hermano viento y el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo»;
v  «la hermana agua»;
v  «el hermano fuego»;
v  «nuestra hermana la madre tierra».

Francisco percibe y llama por su nombre a los elementos fundamentales de la creación: el día con el sol triunfal; la noche con sus luces que la regulan: la luna y «las estrellas claras, preciosas y bellas», el viento siempre en movimiento; el agua «muy útil, humilde, preciosa y casta»; el fuego «bello, jocundo, robusto y fuerte»; la tierra con sus flores y frutos. Estos seis elementos que nos inspiran a la reconciliación, están colocado alternativamente masculinos y femeninos, es decir son presentados por parejas; cada uno es considerado, según su sexo simbólico, hermano o hermana, o, en el caso de la tierra, madre. «Nuestra hermana la madre tierra», como último elemento, corresponde al primero: al «señor hermano Sol». El cosmos, pues, está ordenado según tres parejas de hermanos y hermanas en las cuales el sol y la tierra son como los hermanos mayores, que protegen y rodean a las otras criaturas más pequeñas:

El señor hermano sol y hermana luna
Hermano viento y hermana agua
Hermano fuego y nuestra hermana madre tierra (Lehmann L. , Francisco y la belleza, 2011)

Estos seis elementos emparejados en tres grupos nos transmiten un vínculo familiar lleno de hermandad y ternura. A través de estos elementos cósmicos nos demuestra Francisco que a pesar de nuestras diferencias y funciones somos hermanos, porque tenemos un mismo origen que es el Padre celestial, “el bien, el todo bien, el sumo bien”[13].  “Él es el gran invisible que está detrás de la Madre tierra con todos sus hijos e hijas, nuestros hermanos y hermanas. Él es el «Altísimo, omnipotente, buen Señor», del cual proceden y al cual vuelven” (Lehmann L. , Francisco y la Belleza, 2011) todas las criaturas.

En efecto, porque todos tenemos un mismo origen estamos llamados a vivir en relación: con nosotros mismo, con el cosmos y con Dios. Cualquier ruptura que se produzca lleva a alterar esta relación. Este mensaje es fundamental de retomarlo en nuestra vida el día de hoy y aplicarlo en la vivencia diaria. Yo como ser creado por Dios, sintiéndome amado y perdonado por Él, tengo que saber vivir en relación con los demás. Frente a este paradigma tecnocrático, que nos ha llevado a expoliar a nuestra “hermana madre tierra” y a ver como un objeto a los otros para sacar provecho buscando el propio beneficio (Francisco, 2015) , el cántico nos llama a una urgente conversión y reconciliación. Pero solo habrá una verdadera conversión y una verdadera reconciliación cuando se produzca un encuentro personal con el todo bien, con nuestro Dios uno y trino; cuando me reconcilie conmigo mismo, cuando aleje de mi todo rencor, odios, deseos de venganza y deseche totalmente el afán del tener y poseer para dominar. Esta conversión o cambio de paradigma nos llevará en entrar en diálogo con los demás seres, a sentirnos parte de un todo, donde todo está relacionado. El Cántico del hermano Sol nos invita a cambiar el paradigma vigente de nuestra sociedad de consumo: “compro luego existo…”.  Como sujeto” (Bauman, 2007) por el paradigma de la reconciliación, de la relación, recuperando el principio de responsabilidad.

3.      Las dos últimas estrofas.
“Alabado seas, mi Señor, por los que perdonan por tu amor (cfr. Mt 6,12),
y sufren enfermedad y tribulación.
Dichosos aquellos que las sufren en paz, (cfr. Mt 5,10),
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por hermana Muerte corporal,
de la que ningún hombre vivo puede escapar:
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal. (cfr. Apoc 2,11; 20,6)”.

Esta dos últimas estrofas nos hacen caer en la cuenta que el Cántico ha sufrido ciertas fisuras en su composición, porque contrastan de manera evidente con las anteriores estrofas. Por eso se dice que la composición del Cántico ha sido diacrónica. Estas últimas estrofas están centradas directa y exclusivamente sobre el hombre, en sus relaciones con sus semejantes, en sus actitudes frente a la enfermedad y a la muerte. Aquí el aspecto cósmico de la alabanza que encontramos en las precedentes estrofas ha desaparecido totalmente.

Presentan, además, otro aspecto inexistente en las otras estrofas: “nuestros conflictos humanos y la desgracia de la muerte amarga. Ciertamente constituyen un himno a la paz y a la serenidad; pero se trata de una paz y una serenidad reconquistadas y mantenidas en medio del sufrimiento, gracias a un amor que trasciende todo resentimiento y aversión, y supera las angustias de la misma muerte” (Solsona). En efecto, Francisco nos invita a afrontar nuestros conflictos humanos y la realidad de la muerte temporal con mucha paz y serenidad, pero sobre todo con mucha humildad: “Alabad y bendecid a mi Señor  (cfr. Dan 3,85),  y dadle gracias y servidlo con gran humildad”




IV.               CONCLUSIÓN

San Francisco de Asís plasma en este Cántico lo que siempre buscó reflejar y transmitir a los demás: un ser para… . Por eso no nos sorprende que este Cántico se un Cántico para la evangelización, es decir para llevar el amor, la paz, el bien, la reconciliación[14] a todos los hombres de buena voluntad; muchas veces con “temor y temblor”. «Este himno -escribe Omaechevarría- no fue para San Francisco tan sólo una expresión de carácter puramente personal o aun individual del alma que exulta, de perfecta alegría, en el Dios Salvador, sino que constituyó también un medio original de edificación y apostolado, tan propio de quienes eran juzgados como juglares de Dios, enviados para levantar los ánimos de los fieles a la espiritual alegría» (Solsona).

Hoy, en esta compleja crisis socio-ambiental, es importante retomar el Cántico del hermano Sol como medio para la evangelización y la reconciliación, a la vez para iniciar líneas de acción que nos conduzcan a “una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (LS[15]. 139). Para ello es importante  cambiar radicalmente la visión dominadora que se tiene hacia el medio ambiente y hacia los más pobres; en este sentido el papa Francisco, en su Encíclica Laudato sí, nos llama a una urgente conversión ecológica, es decir un cambio de corazón, que no sólo es personal, sino también comunitaria (LS 219).  Esta conversión o cambio de paradigma nos llevara en entrar en diálogo con los demás seres, a sentirnos parte de un todo, donde todo está relacionado. La conversión nos lleva a crear valores para mejorar nuestras relaciones con el prójimo y con el medio ambiente, por ello “hay que atreverse a hablar sobre la integridad de la vida humana, de la necesidad de alentar y conjugar todos los grandes valores” (LS 224) (Liberato Labán, 2015).

Que el Cántico del hermano Sol nos inspire la conversión del corazón y la mente para volver a los orígenes de nuestra vida amando al prójimo, a la naturaleza y a Dios. Para que en el dolor y sufrimiento sepamos en encontrar al Sumo bien, al bien total.

Bibliografía

Aldazabal, J. (1989). Signo y símbolo. En J. Aldazabal, Gestos y Símbolos (pág. 12). Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica. .
Bauman, Z. (2007). Vida de Consumo. En Z. Bauman, Vida de Consumo (pág. 32). México: Fondo de Cultura Económica.
Escritos y Biografías. Documentos de la Época. (2003). San Francisco de Asís. En J. A. Guerra, San Francisco de Asís (págs. 56 - 57). Madrid: BAC.
Escritos y Biografías. Documentos de la Época. (2003). San Francisco de Asís. En J. A. Guerra, San Francisco de Asís (pág. 56). Madrid: BAC.
Francisco. (2015). Laudato Sí. Sobre el cuidado de la casa común. Lima: Paulinas.
Leclerc, É. (s.f.). Franciscanos.org. Recuperado el 11 de 10 de 2015, de Franciscanos.org: http://franciscanos.org/estudios/leclerc1.html
Lehmann, L. (2011). Francisco y la belleza. celecciones de franciscanisno , 203.
Lehmann, L. (2011). Francisco y la Belleza. Selecciones de Franciscanismo, 201.
Lehmann, L. (2011). Francisco y la Belleza. Selecciones de franciscanismo, 202.
Liberato Labán, E. J. (01 de octubre de 2015). Vita brevis. Recuperado el 12 de octubre de 2015, de Vita brevis: http://vitabrevisnotengasmiedo.blogspot.pe/
Matura, T. (s.f.). Franciscanos. org. Recuperado el 11 de 10 de 2015, de Franciscanos.org: http://www.franciscanos.org/estudios/matura.html
Schökel, L. A. (2002). Biblia del Peregrino. Bilbao: Mensajero.
Solsona, J. (s.f.). Franciscanos.org. Recuperado el 10 de 10 de 2015, de franciscanos.org: http://www.franciscanos.org/estudios/solsona.html






[1] San Francisco escribió poco; pues se le reconoce 10 oraciones; 08 cartas; 02 avisos espirituales; 04 textos legislativos; 05 recomendaciones. Fue más que todo un hombre de vida, un hombre que buscó sobre todas las cosas encarnar el Evangelio.
[2] Cf. Rm 8, 35 (Schökel, 2002)
[3] 2Cel 213; LP 83.
[4] 2Cel 10.
[5] 1Cel 94; 2Cel 217; LM 16,3; TC 69; 3C 4.
[6] 1Cel 110,
[7] 1Cel 57; 2Cel 30; LM 9, 7.8; Lm 3,9; LP 17; Flor 24 n.1. El sultan se llamaba Melek-el-Kamel (1218-1238) El primer sitio de Damieta terminó el 20 de agosto de 1219; hicieron los esfuerzos por lograr la paz, pero se volvió a tomar las armas el 26 de setiembre. Durante este tiempo de tregua que duró más o menos un mes tuvo lugar el episodio del encuentro entre Francisco y el Sultán.
[8] En ese tiempo la cauterización se realizaba quemando con un hierro candente, sin anestesia. A Francisco le cauterizaron la parte comprendida entre la oreja y la ceja.
[9] «Nosotros -decía Francisco- somos juglares del Señor... que deben levantar y mover los corazones de los hombres hacia la alegría espiritual» (EP 100). Cuando estalló el conflicto entre el obispo de Asís y el alcalde de la ciudad, Francisco, viendo que nadie mediaba para restablecer la paz entre ellos, dijo a sus hermanos: «Id y cantad ante el obispo, el podestá y cuantos estén con ellos el Cántico del hermano sol. Confío en que el Señor humillará los corazones de los desavenidos, y volverán a amarse y a tener amistad como antes» (LP 101). Francisco, en efecto, confiaba en el poder de reconciliación que tiene el Cántico (Cf. LP 101).
[10] 2Cel 212.
[11] Flor 10.
[12] José Aldazabal nos dice que el símbolo es un lenguaje cargado de connotaciones. El símbolo “No sólo nos informa, sino que nos hace entrar ya en una dinámica propia. El mismo "es" ya de alguna manera la realidad que representa, nos introduce en un orden de cosas al que ya él mismo pertenece. La acción simbólica produce a su modo una comunicación, un acercamiento. Tiene poder de mediación, no sólo práctica o racional, sino de toda la persona humana y la realidad con la que le relaciona” (Aldazabal, 1989).
[13] ALD 3.
[14] Los números 83 y 84 de la LP, y los capítulos 100 y 101 del EP  nos indican el horizonte y  las intenciones apostólicas y evangelizadoras del Cántico.
[15] Carta Encíclica Laudato sí. 

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