Altísimo, omnipotente, buen
Señor,
tuyas
son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. (cfr. Apoc 4,9.11).
A
ti sólo, Altísimo, corresponden
y
ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.
Alabado
seas, mi Señor, con todas tus criaturas, (cfr. Tob 8,7),
especialmente
el señor hermano Sol,
él
es el día y por él nos alumbras;
y
es bello y radiante con gran esplendor:
de
ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado
seas, mi Señor, por la hermana Luna y las Estrellas: (cfr. Sal 148,3),
en
el cielo las has formado claras, preciosas y bellas.
Alabado
seas, mi Señor por el hermano Viento,
y
por el Aire y Nublado y Sereno y todo tiempo(cfr. Dan 3,64-65),
por
el cual a tus criaturas das sustento. (cfr. Sal 103,13-14).
Alabado
seas, mi Señor, por la hermana Agua, (cfr. Sal 148,4-5),
que
es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Alabado
seas, mi Señor, por el hermano Fuego, (cfr. Dan 3,66),
por
el cual alumbras la noche (cfr. Sal 77,14):
y
es bello y alegre y robusto y fuerte.
Alabado
seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre Tierra, (cfr. Dan 3,74)
que
nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos
con
coloridas flores y hierbas. (cfr. Ps 103,13-14).
Alabado
seas, mi Señor, por los que perdonan por tu amor (cfr. Mt 6,12),
y
sufren enfermedad y tribulación.
Dichosos
aquellos que las sufren en paz, (cfr. Mt 5,10),
porque
de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado
seas, mi Señor, por hermana Muerte corporal,
de
la que ningún hombre vivo puede escapar:
¡Ay
de aquellos que morirán en pecado mortal!
Dichosos
los que encontrará en tu santísima voluntad,
porque
la muerte segunda no les hará mal. (cfr. Apoc 2,11; 20,6).
Alabad
y bendecid a mi Señor (cfr. Dan 3,85),
y
dadle gracias y servidlo con gran humildad. (Escritos y Biografías. Documentos de la Época, 2003)
I.
INTRODUCCIÓN
Hay
muchos hombres que perduran en la historia por sus escritos, enseñanzas,
inventos, por su forma de vida, entre otros. Francisco de Asís, hombre nacido
en el año 1182 dentro de un sistema social feudal que estaba entrando en crisis
por el surgimiento de un nuevo sistema: la burguesía, hoy en el siglo XXI es
relevante no sólo por sus escritos[1],
sino sobre todo por su forma de vida, por su manera de relacionarse con Dios,
con el prójimo y con la naturaleza. Su vida hecha oración, desprendida de todo
aquello que lo pueda apartar del amor de Dios, transmitió el sentido profundo
de la humildad y la pobreza, de la fraternidad y la armonía, de la paz y el
bien.
El
llamado Cántico del hermano Sol (Escritos y Biografías. Documentos de la Época., 2003) nos revela
precisamente al Francisco pobre y humilde que, ni el dolor de las llagas de
Cristo llevadas en su cuerpo, ni la enfermedad lo apartan del amor de Dios[2] (Cf.
Rm 8,35). Un año antes de su muerte (1226) está totalmente convencido de que
nadie ni nada lo puede apartar de aquello que siembre anheló: la configuración
con Cristo pobre y crucificado.
En
el presente artículo partiré presentando los datos históricos respecto al
Cántico del hermano Sol, haciendo una presentación de la situación vital de
Francisco. Seguidamente desarrollaré la interpretación de las estrofas
resaltando lo más significativo para nuestra vida como hombres y mujeres de fe deseosos
de vivir en armonía y reconciliados con uno mismo, con el prójimo, con la
naturaleza y con Dios. Finalmente, a modo de conclusión, se mencionará la
importancia de del Cántico para nuestra sociedad del siglo XXI.
II.
Datos históricos.
El Cántico del hermano Sol, atribuido
a san Francisco de Asís[3],
está escrito en el romance italiano de Umbría. Es decir, es un cántico
compuesto en el lenguaje de la gente sencilla, de la gente de a pié, porque
para ellas estaba dirigido. Y es que son los pobres, los humildes y sencillos
los preferidos del Señor (Cf. Mt 13,25; 1Cor 1, 26-28), son ellos los que mejor
captan el amor de Dios, la ternura de Dios en la creación; y por qué no decir,
son ellos los que más se maravillan por la belleza de la creación. Por eso para
Francisco la creación «solo» es un reflejo de la belleza de Dios creador,
fuente de todo lo que es bueno y bello.
Algunos
especialista sugieren como tres lugares donde pudo haberse compuesto el cántico
al hermano Sol: san Damián, san Damián de la Foresta o el palacio episcopal de
Asís. Sin embargo, la mayoría de ellos se inclina por afirmar que el Cántico
fue escrito en la capilla de san Damián, donde el año 1106 escuchó la voz del
Señor[4].
Respecto
a la composición final, el Cántico se encuentra entre dos acontecimientos muy
importantes para san Francisco de Asís y para la espiritualidad franciscana: la
estigmatización en el monte Alverna en septiembre de 1224[5], y
su muerte acaecida al atardecer del 3 de octubre de 1226[6]. Los
datos que nos proporcionan los biógrafos de Francisco como Celano, y otras referidas por la Leyenda de
Perusa y, naturalmente, también por el Espejo de Perfección se puede pensar con
fundamento que la composición del Cántico tuvo lugar en el invierno de
1224-1225. “Así, según Celano (2 Cel 213), el Cántico fue compuesto cuando
Francisco, algún tiempo después de haber recibido las Llagas, yacía
gravísimamente enfermo y, por ello, imposibilitado de seguir realizando
aquellas correrías apostólicas que había acostumbrado hacer, montado en un
asnillo, durante los meses inmediatamente posteriores a los Estigmas (cf. 1 Cel
98). Por lo tanto, hay que excluir absolutamente el otoño de 1224” (Solsona) , como sugieren
algunos autores.
Estos
datos que se recogen de las fuentes franciscanas, nos hacen caer en la cuenta
que el Cántico del hermano Sol no surgió de una mañana de primavera, de un
corazón de un joven a quien la vida le sonríe, sino cuando Francisco yacía
enfermo en san Damián, soportando los dolores de las Llagas, de la enfermedad
de sus ojos y los fuertes dolores que tenía en su estómago. Lehmann dice “Sabemos muy bien que la salud de
Francisco sufrió un duro golpe desde su encarcelamiento en Perusa, donde
probablemente contrajo la malaria con la secuela de recurrentes fiebres altas,
letales para el hígado, que duraban cuatro días. Sus continuos ayunos y su
dedicación, sin tregua, a las predicaciones itinerantes y a trabajar por la
paz, lo estaban debilitando lentamente” (Lehmann L. , Francisco y la Belleza, 2011) . Durante su viaje a
Egipto 1219/1220 y su estadía allí[7],
el calor y los vientos del desierto hizo que contrajera conjuntivitis, que lo
conducía cada vez más a la ceguera. Para entonces Francisco sufría fuertes
dolores en la vista, que la medicina de la época en vez de menguar el dolor
hacía que se incremente. Francisco queriendo curarse, “se sometió a esa
dolorosa intervención[8] en
el verano de 1225, en Fonte Colombo cerca de Rieti. La operación no tuvo éxito
alguno, sino que más bien le produjo la ceguera casi total y le aguzó sus
dolores hasta darle la impresión de tener espinas clavadas en los ojos” (Lehmann L. , Francisco y la Belleza, 2011) . Curiosamente el
santo de Dios en vez de recluirse en sí mismo por su enfermedad y los dolores
que le provocaba – añadido los dolores de las llagas – habló, exhortó, envió
cartas a los hermanos y buscó la reconciliación entre el obispo y el alcalde de
Asís (LP 84; EP 101)[9]. El
primer biógrafo de san Francisco de Asís nos dice: “Era milagroso de veras que
un hombre abrumado con dolores vehementes, de parte a parte, tuviera fuerzas
suficientes para tolerarlos. Pero a estas sus aflicciones les daba el nombre no
de penas, sino de hermanas.”[10]
Francisco
desde su experiencia de vida, como hombre de fe, señala con gran seguridad que
Dios está no solo en los momentos felices y dichos de la vida, sino también en
los momentos de sufrimiento y de oscuridad espiritual (Sal 27,10). Nuestra
experiencia, por lo contrario, nos dice que cuando estamos enfermos,
preocupados u ocupados en diferentes cosas, lo que normalmente disminuye o se
extingue es nuestra relación con la creación: con el hombre, con la naturaleza.
No fue así con Francisco. En el sufrimiento y el dolor de su cuerpo fue capaz
de componer este hermoso Cántico al hermano Sol, reconociendo en las criaturas
las huellas de Dios. Nos dice Lehmann que “En su cuerpo enfermo, extenuado,
casi deshecho y marcado con las llagas, aparece el reflejo de Cristo
resucitado. En él sobresale la fuerza de aquel que ha dicho: «En el mundo
viviréis atribulados; pero tened buen ánimo, yo he vencido al mundo» (Jn 16,
33)” (Lehmann L. , 2011) . Por otro lado, Tadeo Matura nos dice
al respecto que el Cántico al hermano Sol “es un canto de victoria sobre la
desesperación que acaba de superar, una mirada todavía bañada en lágrimas, pero
ya sosegada, a la bondad y armonía que Dios crea en el universo” (Matura) . Es, pues, el
Cántico compuesto al término de una noche oscura. Esa noche donde se siente que
el alma cae en un vacío profundo y, cuando de repente de la “nada” sorprende la
ternura de Dios, la fuerza del Omnipotente uno y trino dándonos luz y calor,
amor y perdón.
El Cántico del hermano Sol, por
tanto, refleja el culmen de una vida entregada al Amor, a Cristo pobre y
crucificado, es el final de una vida llena de fe que no estuvo exenta de
sufrimientos y dolores, de luchas y oscuridades. Éloi Leclerc, ofm. nos dice
que “Este Cántico brota de las profundidades de una existencia. Es su culmen y,
sin duda, su más alta expresión. Pero hay algo a primera vista sorprendente:
este hombre de ojos enfermos que no soportan la luz y no disfrutan de la vista
de las criaturas, este hombre cuya mirada no tiene más horizonte que el
esplendor del Reino, canta la materia para expresar su gozo: la materia
ardiente y radiante, el sol, el fuego; la materia nutricia, el aire, el agua,
la tierra, «nuestra madre la Tierra» (Leclerc) .
Sin
lugar a dudas que la vida del Poverello de Asís nos sorprende a cada momento,
por eso también hoy nosotros, como en su tiempo lo hizo el hermano Maseo,
podemos dirigirnos a Francisco y preguntarle sorprendidos: “¿Por qué a ti? ¿Por
qué a ti? ¿Por qué a ti?”. Él en su respuesta nos dará la clave que explica el
atractivo que todavía hoy ejerce su persona y el Cántico:
“Esto
me viene de los ojos del Dios altísimo […] me ha escogido a mí para confundir
la nobleza, la grandeza y la fortaleza y la sabiduría del mundo, a fin de que
quede patente que de Él, y no de creatura alguna, proviene toda virtud y dodo
bien […] y quien se gloría, ha de
gloriarse en el Señor”[11].
III.
Interpretación del Cántico
El
título que se da al Cántico: del hermano Sol o de las Criaturas, nos puede
llevar a un error y dar a entender que es un Cántico de alabanza a la
naturaleza, a la creación. La verdad es que todo el Cántico está centrado en
Dios. Francisco desde su experiencia de fe habla directamente a Dios en un
lenguaje simbólico[12].
En efecto, “Dios es el único al que le corresponde la alabanza, reconocimiento,
mediante la acción de gracias asombrada y entusiasta, de su manifestación en el
mundo. Pues todas las criaturas muestran algo de la gloria esplendorosa de Dios”
(Matura) .
Es por eso que el Cántico nos llama a reconciliarnos con el otro, con el
totalmente Otro y con la creación.
La
estructura del Cántico está formada por nueve estrofas más un versículo
conclusivo. Las primeras palabras del Cántico reflejan quién es el Señor que
ningún hombre es digno de pronunciar su nombre y, las últimas palabras nos
señalan cómo tiene que ser el hombre ante Dios: “«Altissimu, onnipotente, bon-Signore...
/ ... cum grande humilitate»: he ahí los dos polos alrededor de los cuales gira
y no para ese torno viviente de Francisco, modelando una de las alabanzas más
limpias y bellas que se haya dirigido jamás a Dios” (Solsona) .
1.
La primera estrofa.
“Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda
bendición. (cfr. Apoc 4,9.11).
A ti sólo, Altísimo, corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre”.
Francisco
en la primera estrofa señala claramente quién es el destinatario del Cántico:
el Todo poderoso y buen Señor, que está precedida por la imagen del Altísimo
(calificativo que aparece en la segunda y octava estrofa). Toda la adoración y
alabanzas están dirigidas a aquel que es Todo poderoso y buen Señor, al Dios
que crea y renueva, que ama y perdona. Toda la vida del santo buscó acercarse,
configurarse con el Señor, sin embargo en esta búsqueda de la configuración con
Cristo se da cuenta que hay en el hombre una limitación: los pecados hacen al
hombre indigno de pronunciar el nombre de Dios: “ningún hombre es digno de
pronunciar tu nombre”. La apropiación de lo divino es limitada.
Han
pasado ya veinte años de su conversión. Años que están marcados por una relación
con Dios que cada vez se hace más desprendida y menos posesiva. “Este es el
sentido profundo de la pobreza para él: renuncia a apropiarse lo que es de Dios
y a Dios mismo. No renuncia a nombrarlo, a dialogar con el Altísimo, pero sí a
una pretendida posesión del Altísimo” (Solsona) .
Francisco, ya al final de su itinerario espiritual, se encuentra reconciliado y
amado, preparado y disponible para la llamada del Sumo Bien, sin embargo
reconoce que es “indigno de nombrar al Altísimo”. Pasando por las criaturas
cósmicas, por la realidad del hombre terreno y de la misma hermana muerte,
Francisco emprende su vuelo sin retorno a la unión beatífica, siempre “con gran
humildad”.
2.
Las seis estrofas esenciales.
Las
seis estrofas que siguen son las que forman el cuerpo del Cántico. En ellas resaltan
los siguientes elementos cósmicos:
v
«el
señor hermano sol»;
v
«la
hermana luna y las estrellas»;
v
«el
hermano viento y el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo»;
v
«la
hermana agua»;
v
«el
hermano fuego»;
v
«nuestra
hermana la madre tierra».
Francisco percibe y llama por su
nombre a los elementos fundamentales de la creación: el día con el sol
triunfal; la noche con sus luces que la regulan: la luna y «las estrellas
claras, preciosas y bellas», el viento siempre en movimiento; el agua «muy
útil, humilde, preciosa y casta»; el fuego «bello, jocundo, robusto y fuerte»;
la tierra con sus flores y frutos. Estos seis elementos que nos inspiran a la
reconciliación, están colocado alternativamente masculinos y femeninos, es
decir son presentados por parejas; cada uno es considerado, según su sexo
simbólico, hermano o hermana, o, en el caso de la tierra, madre. «Nuestra
hermana la madre tierra», como último elemento, corresponde al primero: al «señor
hermano Sol». El cosmos, pues, está ordenado según tres parejas de hermanos y
hermanas en las cuales el sol y la tierra son como los hermanos mayores, que
protegen y rodean a las otras criaturas más pequeñas:
El señor hermano sol y hermana luna
Hermano
viento y hermana agua
Hermano
fuego y nuestra hermana madre tierra (Lehmann L. , Francisco y la
belleza, 2011)
Estos
seis elementos emparejados en tres grupos nos transmiten un vínculo familiar
lleno de hermandad y ternura. A través de estos elementos cósmicos nos
demuestra Francisco que a pesar de nuestras diferencias y funciones somos
hermanos, porque tenemos un mismo origen que es el Padre celestial, “el bien,
el todo bien, el sumo bien”[13]. “Él es el gran invisible que está detrás de la
Madre tierra con todos sus hijos e hijas, nuestros hermanos y hermanas. Él es
el «Altísimo, omnipotente, buen Señor», del cual proceden y al cual vuelven” (Lehmann L. , Francisco y la Belleza, 2011) todas las criaturas.
En
efecto, porque todos tenemos un mismo origen estamos llamados a vivir en
relación: con nosotros mismo, con el cosmos y con Dios. Cualquier ruptura que
se produzca lleva a alterar esta relación. Este mensaje es fundamental de
retomarlo en nuestra vida el día de hoy y aplicarlo en la vivencia diaria. Yo
como ser creado por Dios, sintiéndome amado y perdonado por Él, tengo que saber
vivir en relación con los demás. Frente a este paradigma tecnocrático, que nos
ha llevado a expoliar a nuestra “hermana madre tierra” y a ver como un objeto a
los otros para sacar provecho buscando el propio beneficio (Francisco, 2015) , el cántico nos
llama a una urgente conversión y reconciliación. Pero solo habrá una verdadera
conversión y una verdadera reconciliación cuando se produzca un encuentro
personal con el todo bien, con nuestro Dios uno y trino; cuando me reconcilie
conmigo mismo, cuando aleje de mi todo rencor, odios, deseos de venganza y
deseche totalmente el afán del tener y poseer para dominar. Esta conversión o
cambio de paradigma nos llevará en entrar en diálogo con los demás seres, a
sentirnos parte de un todo, donde todo está relacionado. El Cántico del hermano
Sol nos invita a cambiar el paradigma vigente de nuestra sociedad de consumo:
“compro luego existo…”. Como sujeto” (Bauman, 2007) por el paradigma de
la reconciliación, de la relación, recuperando el principio de responsabilidad.
3.
Las dos últimas estrofas.
“Alabado
seas, mi Señor, por los que perdonan por tu amor (cfr. Mt 6,12),
y
sufren enfermedad y tribulación.
Dichosos
aquellos que las sufren en paz, (cfr. Mt 5,10),
porque
de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado
seas, mi Señor, por hermana Muerte corporal,
de
la que ningún hombre vivo puede escapar:
¡Ay
de aquellos que morirán en pecado mortal!
Dichosos
los que encontrará en tu santísima voluntad,
porque
la muerte segunda no les hará mal. (cfr. Apoc 2,11; 20,6)”.
Esta
dos últimas estrofas nos hacen caer en la cuenta que el Cántico ha sufrido
ciertas fisuras en su composición, porque contrastan de manera evidente con las
anteriores estrofas. Por eso se dice que la composición del Cántico ha sido
diacrónica. Estas últimas estrofas están centradas directa y exclusivamente
sobre el hombre, en sus relaciones con sus semejantes, en sus actitudes frente
a la enfermedad y a la muerte. Aquí el aspecto cósmico de la alabanza que
encontramos en las precedentes estrofas ha desaparecido totalmente.
Presentan,
además, otro aspecto inexistente en las otras estrofas: “nuestros conflictos
humanos y la desgracia de la muerte amarga. Ciertamente constituyen un himno a
la paz y a la serenidad; pero se trata de una paz y una serenidad
reconquistadas y mantenidas en medio del sufrimiento, gracias a un amor que
trasciende todo resentimiento y aversión, y supera las angustias de la misma
muerte” (Solsona) .
En efecto, Francisco nos invita a afrontar nuestros conflictos humanos y la
realidad de la muerte temporal con mucha paz y serenidad, pero sobre todo con
mucha humildad: “Alabad y bendecid a mi Señor
(cfr. Dan 3,85), y dadle gracias
y servidlo con gran humildad”
IV.
CONCLUSIÓN
San Francisco de Asís plasma en
este Cántico lo que siempre buscó reflejar y transmitir a los demás: un ser
para… . Por eso no nos sorprende que este Cántico se un Cántico para la
evangelización, es decir para llevar el amor, la paz, el bien, la
reconciliación[14]
a todos los hombres de buena voluntad; muchas veces con “temor y temblor”. «Este
himno -escribe Omaechevarría- no fue para San Francisco tan sólo una expresión
de carácter puramente personal o aun individual del alma que exulta, de perfecta
alegría, en el Dios Salvador, sino que constituyó también un medio original de
edificación y apostolado, tan propio de quienes eran juzgados como juglares de
Dios, enviados para levantar los ánimos de los fieles a la espiritual alegría» (Solsona) .
Hoy,
en esta compleja crisis socio-ambiental, es importante retomar el Cántico del
hermano Sol como medio para la evangelización y la reconciliación, a la vez
para iniciar líneas de acción que nos conduzcan a “una aproximación integral
para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y
simultáneamente para cuidar la naturaleza” (LS[15]. 139).
Para ello es importante cambiar
radicalmente la visión dominadora que se tiene hacia el medio ambiente y hacia
los más pobres; en este sentido el papa Francisco, en su Encíclica Laudato sí,
nos llama a una urgente conversión ecológica, es decir un cambio de corazón,
que no sólo es personal, sino también comunitaria (LS 219). Esta conversión o cambio de paradigma nos llevara
en entrar en diálogo con los demás seres, a sentirnos parte de un todo, donde
todo está relacionado. La conversión nos lleva a crear valores para mejorar
nuestras relaciones con el prójimo y con el medio ambiente, por ello “hay que
atreverse a hablar sobre la integridad de la vida humana, de la necesidad de
alentar y conjugar todos los grandes valores” (LS 224) (Liberato Labán, 2015) .
Que
el Cántico del hermano Sol nos inspire la conversión del corazón y la mente
para volver a los orígenes de nuestra vida amando al prójimo, a la naturaleza y
a Dios. Para que en el dolor y sufrimiento sepamos en encontrar al Sumo bien,
al bien total.
Bibliografía
Aldazabal, J. (1989). Signo y
símbolo. En J. Aldazabal, Gestos y Símbolos (pág. 12). Barcelona:
Centre de Pastoral Litúrgica. .
Bauman, Z. (2007). Vida de Consumo. En Z. Bauman, Vida de Consumo
(pág. 32). México: Fondo de Cultura Económica.
Escritos y Biografías. Documentos de la Época. (2003). San Francisco de
Asís. En J. A. Guerra, San Francisco de Asís (págs. 56 - 57). Madrid:
BAC.
Escritos y Biografías. Documentos de la Época. (2003). San Francisco de
Asís. En J. A. Guerra, San Francisco de Asís (pág. 56). Madrid: BAC.
Francisco. (2015). Laudato Sí. Sobre el cuidado de la casa común.
Lima: Paulinas.
Leclerc, É. (s.f.). Franciscanos.org. Recuperado el 11 de 10 de
2015, de Franciscanos.org: http://franciscanos.org/estudios/leclerc1.html
Lehmann, L. (2011). Francisco y la belleza. celecciones de
franciscanisno , 203.
Lehmann, L. (2011). Francisco y la Belleza. Selecciones de
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Lehmann, L. (2011). Francisco y la Belleza. Selecciones de
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Liberato Labán, E. J. (01 de octubre de 2015). Vita brevis.
Recuperado el 12 de octubre de 2015, de Vita brevis:
http://vitabrevisnotengasmiedo.blogspot.pe/
Matura, T. (s.f.). Franciscanos. org. Recuperado el 11 de 10 de
2015, de Franciscanos.org: http://www.franciscanos.org/estudios/matura.html
Schökel, L. A. (2002). Biblia del Peregrino. Bilbao: Mensajero.
Solsona, J. (s.f.). Franciscanos.org. Recuperado el 10 de 10 de
2015, de franciscanos.org: http://www.franciscanos.org/estudios/solsona.html
[1] San Francisco escribió poco;
pues se le reconoce 10 oraciones; 08 cartas; 02 avisos espirituales; 04 textos
legislativos; 05 recomendaciones. Fue más que todo un hombre de vida, un hombre
que buscó sobre todas las cosas encarnar el Evangelio.
[3]
2Cel 213; LP 83.
[4]
2Cel 10.
[5]
1Cel 94; 2Cel 217; LM 16,3; TC 69; 3C 4.
[6]
1Cel 110,
[7]
1Cel 57; 2Cel 30; LM 9, 7.8; Lm 3,9; LP 17; Flor 24 n.1. El sultan se llamaba
Melek-el-Kamel (1218-1238) El primer sitio de Damieta terminó el 20 de agosto
de 1219; hicieron los esfuerzos por lograr la paz, pero se volvió a tomar las
armas el 26 de setiembre. Durante este tiempo de tregua que duró más o menos un
mes tuvo lugar el episodio del encuentro entre Francisco y el Sultán.
[8] En ese tiempo la cauterización
se realizaba quemando con un hierro candente, sin anestesia. A Francisco le
cauterizaron la parte comprendida entre la oreja y la ceja.
[9]
«Nosotros -decía Francisco-
somos juglares del Señor... que deben levantar y mover los corazones de los
hombres hacia la alegría espiritual» (EP 100). Cuando estalló el conflicto entre
el obispo de Asís y el alcalde de la ciudad, Francisco, viendo que nadie
mediaba para restablecer la paz entre ellos, dijo a sus hermanos: «Id y cantad
ante el obispo, el podestá y cuantos estén con ellos el Cántico del hermano
sol. Confío en que el Señor humillará los corazones de los desavenidos, y
volverán a amarse y a tener amistad como antes» (LP 101). Francisco, en efecto,
confiaba en el poder de reconciliación que tiene el Cántico (Cf. LP 101).
[12] José Aldazabal nos dice que el
símbolo es un lenguaje cargado de connotaciones. El símbolo “No sólo nos
informa, sino que nos hace entrar ya en una dinámica propia. El mismo
"es" ya de alguna manera la realidad que representa, nos introduce en
un orden de cosas al que ya él mismo pertenece. La acción simbólica produce a
su modo una comunicación, un acercamiento. Tiene poder de mediación, no sólo
práctica o racional, sino de toda la persona humana y la realidad con la que le
relaciona” (Aldazabal, 1989) .
[14] Los números 83 y 84 de la LP, y
los capítulos 100 y 101 del EP nos
indican el horizonte y las intenciones apostólicas
y evangelizadoras del Cántico.
[15] Carta Encíclica Laudato sí.