Erick Liberato
L.
San Francisco de Asís (1182-1226) es
venerado en todo el mundo como una de las figuras de las que más orgullosos nos
sentimos no solo los franciscanos, sino todos
los seres humanos, creyentes o no. En su biografía, escrita por diferentes
biógrafos, se hacen visibles y realizables una serie de sueños que “todos”
arrastramos a lo largo de la vida y que cobijamos en lo más hondo de nuestro
corazón: una relación tierna y amorosa con Dios, Padre y Madre de bondad
infinita; un amor puro y natural a todas las cosas, nuestras “hermanas”; una
alegre aceptación de la muerte como amiga que acompaña al homo viator en esta existencia;
entre otros.
Todas estas características de Francisco
y su espiritualidad se ven resumidas en
la “Oración por la paz”, también conocida como “Oración de San Francisco” - si bien
hay que reconocer que esta oración no proviene directamente de la pluma del Francisco
histórico. Sin embargo, sin la espiritualidad de san Francisco hubiera sido
imposible tener una “Oración por la paz” tal cual.
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Como en las familias de entonces, la
esposa era la que se encargaba de la educación de los hijos. En este sentido,
Francisco recibirá de su madre una buena educación: en la fe y en valores. El biógrafo Tomas de Celano en su segunda vida
afirma lo siguiente a cerca de Pica: “Porque a los vecinos, que admiraban la
grandeza del alma y limpieza de costumbres de Francisco, les respondía así,
como inspirada por Dios: “¿Qué vendrá a ser este hijo mío? Veréis que por sus
méritos llegará a ser hijo de Dios[1]” (Celano, Su Conversión, 2003) . Aprendió a leer y
escribir en la escuela de la ciudad llamada San Jorge. En dicha escuela se
forjará un hombre con alma de artista, creativo, voluntarioso, altruista al
máximo y con tendencia a imponerse sobre los demás.
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Dice 1Cel 2 “y aunque era muy rico, no
estaba atado de avaricia, sino que era pródigo”. Vemos que ya en esta parte de su
juventud Francisco está encarnando lo que dice la “Oración de la paz”: “Dando
es como se recibe”. En efecto, esta cualidad de Francisco de ser desprendido de
las materiales lo llevará a abrazar a Cristo pobre y crucificado de manera tal
que quedará totalmente unido a él. Francisco se desprendió de las cosas
materiales para darse totalmente a la vida según el Evangelio. El teólogo
Leonardo Boff dice:
“La
economía de los bienes espirituales obedece a una lógica inversa: cuanto más
damos, tanto más recibimos; cuanto más entregamos, tanto más tenemos. Cuanto
más amor damos, cuanta más solidaridad demostramos, cuanto más afecto
repartimos y más practicamos el perdón, tanto más ganamos como personas y tanta
mayor estima recibimos. Los bienes espirituales son como el amor: al dividirse
se multiplican. Son como el fuego: al esparcirse aumentan” (Boff, 2000) .
Por tanto es dando como se recibe, es
dando como uno se hace más humano, es dando como uno se configura con Cristo. Sin
embargo, en nuestra vida personal vemos que son innumerables las veces en que
se recibe mucho más de lo que se da.
Este afán por las fiestas y diversiones
pronto terminará, porque Francisco quiere no solo ser el hijo de un burgués,
sino que quiere algo más, busca honor y respeto en la sociedad, por eso
buscando el sueño de ser caballero participa de dos guerras. La primera fue
entre Asís y Perusa. En noviembre de 1201 el ejército de Asís fue derrotado en Ponte San Giovanni, y
Francisco permaneció un año prisionero en Perusa, antes de que un acuerdo de
paz le permitiera regresar a su casa con su familia. En la segunda guerra se
enrola con las fuerzas del Papa para luchar contra el emperador Federico II.
Cuando llega a Espoleto, animado por el sueño de las armas y convencido de que
su marcha a la Pulla va a tener un feliz resultado, Francisco en sueños escucha
la voz del Señor que le dice: “¿Quién puede favorecer más, el siervo o el
señor?” “El Señor”, respondió Francisco. Y el otro: “¿Por qué buscas entonces
al siervo en lugar del señor?” Replica Francisco: “¿Qué quieres que haga,
Señor”? El Señor le responde: “Vuelve a la tierra de tu nacimiento, porque yo
haré que tu visión se cumpla espiritualmente” (Celano, Su Conversión, 2003) .
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La paz y el bien, al estilo de
Francisco, no se construye sólo a través de la diplomacia y de la política, sino
sobre todo a través de un movimiento espiritual que encuentra en la oración su
punto culminante. La paz es un don de Dios y hunde sus raíces en el corazón de
cada uno: “La paz que anunciáis con la boca, tenedla todavía más abundante en
vuestros corazones”, decía san Francisco a sus hermanos (Tres Compañeros 35). En
efecto, es en la oración donde nos descubrimos hermanos, la oración nos libra
del egoísmo, del odio y de la venganza, en la oración construimos la paz dentro
de nosotros mismos y fuera de nosotros. Es en la oración donde orientamos
nuestras vidas hacia el bien.
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Bibliografía
Boff, L. (2000). Porque es
dando como se recibe. En L. Boff, La Oración de San Francisco. Un mensaje
de Paz para el mundo de hoy (pág. 129). Bilbao: Sal Terrae.
Celano, T. (2003). Su conversión. En J. Á. Guerra, San Francisco de
Asís. Documentos y Biografías de la época (pág. 250). Madrid: BAC.
Celano, T. (2003). Su Conversión. En J. A. Guerra, San Francisco de
Asís. Escritos y Biografías de la época (pág. 251). Madrid: BAC.
Celano, T. (2003). Su Conversión. En J. A. Guerra, San Francisco de
Asís. Escritos y Biografías Documentos de la Época (págs. 252-253).
Madrid: BAC.
Celano, T. (2003). Su género de vida mientras vivió en el siglo. En J.
A. Guerra, San Francisco de Asís. Escritos y Biografías de la Época. (pág.
164). Madrid: BAC.
Rodríguez Carballo, F. (2011). El Espíritu de Asís nos Interpela.
Roma.
[1] Se tiene que tener en cuenta el
objetivo por el que Escribe Tomás de Celano la Segunda vida de Francisco,
puesto que en la Primera Vida Celano dirá que Francisco será educado por sus
padres de manera licenciosa (1Cel 1) es decir que era atrevido y carente de
moralidad.
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