miércoles, 26 de julio de 2017

EL ORIGEN DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ


Cuando uno dialoga con un “Testigo de Jehová” y le pregunta sobre su origen, manifiesta que su movimiento religioso no es de origen humano, sino que "durante aproximadamente sesenta siglos" ha habido "testigos de Jehová" en la tierra. Afirmará que Abel fue el primero. Fueron "testigos" también Enoc, Noé, Abraham, Moisés, Jeremías, Juan el Bautista y aun el mismo Jesucristo (Apoc. 3:14). No obstante, la verdad es que su origen se debe a la obra de dos personas: Carlos Taze Russell y José Franklin Rutherford, quienes fueron respectivamente profetas y caudillos de las primeras dos etapas de su historia.

1.      Carlos Taze Russell
Carlos Russell nació en Allegheny (ahora suburbio de Pittsburg), Pennsylvania, en el año 1852. El y su padre eran prósperos dueños de varias tiendas de ropa. Desde joven se entusiasmó sobre la segunda venida de Cristo y empezó a estudiar de manera especial los libros proféticos, sobre todo Daniel y Apocalipsis. El resultado de estos estudios fue la formación de un sistema profético que él llamó "El Plan Divino de las Edades". En efecto, por medio de sus estudios llegó a la conclusión de que Cristo establecería su reino milenial en 1914 y que, en vista de esto, vendría en forma espiritual en 1874 para hacer una obra preparatoria antes de la inauguración de ese reino.
Esta propuesta apocalíptica hizo que la predicación de Russell ganara prontamente una gran cantidad de seguidores, por eso para el año de 1881 el movimiento tiene ya carácter internacional: dos misioneros fueron enviados a Inglaterra. Para el año de 1888 se predicaba el ruselismo en los EE. UU., Inglaterra, China, India, Turquía y Haití.
Entre los años 1886 y 1904 escribió su magnum opus de seis tomos — Estudios de las Escrituras. El primer tomo llevaba el título de El Plan Divino de las Edades. Este tomo fue traducido a unos 30 idiomas, incluyendo el español. Russell fue altamente admirado por sus seguidores, quienes lo estimaban como un profeta inspirado de los últimos tiempos e intérprete por excelencia de las Escrituras. Casi llegaron a adorarlo. Sus libros llegaron a ser una segunda Biblia, o por lo menos la interpretación infalible de ella. Pues él mismo dice:
Los seis tomos de Estudios de las Escrituras constituyen prácticamente la Biblia arreglada conforme a temas. No son meramente comentarios acerca de la Biblia sino que son prácticamente la Biblia misma… No puede verse el plan divino estudiando la Biblia por sí sola. Encontramos que si alguien pone a un lado los Estudios, aun después de familiarizarse con ellos... y se dirige a la Biblia sola, dentro de dos años vuelve a las tinieblas. Al contrario, si lee los Estudios de las Escrituras con sus citas y no ha leído ni una página de la Biblia como tal, estará en la luz al término de dos años.
Con estas palabras se ve reflejado la intencionalidad de Russell: el presentarse como el profeta de los últimos tiempos y el único de transmitir el verdadero mensaje de Dios.
Russell tenía una apariencia venerable. No obstante, era un hombre muy de este mundo. Si bien tenía poca preparación académica, no le faltaban sagacidad y astucia. Reunió grandes cantidades de dinero, a veces por medio de métodos dudosos. Persuadía a las personas a que, en vista de que el fin del siglo se aproximaba, le entregaran sus bienes para la propagación del mensaje del "reino". Muchas mujeres se dejaron engañar por este método de razonar.
Con su familia no le fue bien. Se casó en 1879. Su esposa cooperó con él durante los primeros años, pero andando el tiempo surgió un distanciamiento entre los dos; en 1897 ella se separó de él; en 1903 pidió el divorcio, lo cual se le concedió en 1906. El divorcio fue concedido a base de las siguientes acusaciones:
. . . que su amor propio, egoísmo y tiranía eran tales que harían Intolerable la vida para cualquier mujer sensible; que su conducta con otras mujeres fue impropia; que en una ocasión guardó silencio para con su esposa durante cuatro semanas y se comunicó con ella únicamente por medio de cartas de carácter reprensible, y que procuró por los medios más despreciables aislar a su esposa de la sociedad, e intentó conseguir un dictamen que la pronunciara demente a fin de deshacerse de ella.
Su conducta y vida moral contrastaba con la imagen que proyectaba a sus seguidores. Este acontecimiento del divorcio llevó a una crisis en el movimiento, pues muchos seguidores desertaron porque dudaban que un hombre divorciado pudiera dirigir la obra del Señor. Pero lo peor estaba por llegar.
El año 1914 vino y pasó, año en que, según su interpretación de las Escrituras proféticas, Cristo establecería su reino milenial. Irónicamente este año, en vez de traer paz milenial, trajo la peor guerra hasta entonces conocida. Dos años más tarde, el 31 de octubre, murió Carlos Russell a bordo de un tren en que viajaba por el estado de Texas.

2.      José Franklin Rutherford
Al morir Russell lo más lógico era que el movimiento se desintegrara hasta finalmente desaparecer. Sin embargo no fue así. Gran parte del fortalecimiento y expansión del movimiento fue gracias a la obra de un hombre llamado José Franklin Rutherford.
Rutherford nació en 1869 en el estado de Missouri, de padres hacendados, bautistas. Estudió derecho, y llegó a ser abogado de cierto éxito. Por un breve tiempo fue juez de una corte — de ahí que se acostumbraba a llamarlo "el juez Rutherford". En 1907 llegó a ser el abogado del movimiento con lo cual llenó una necesidad urgente, ya que la secta se metía en tantos litigios.
En 1917, un año después de la muerte de Russell, Rutherford fue elegido presidente de la Sociedad. Tomó las riendas de la organización cuando pasaba ésta por una crisis grave. Como presiente tenía que enfrentar problemas diversos: El milenio profetizado no había venido. Había desaparecido la personalidad poderosa y semiadorada de Russell. Algunos abandonaban la secta, otros rehusaban aceptar la dirección del nuevo presidente, y otros salían para formar grupos disidentes.
Para hacer frente a todo esto lo que hizo Rutherford fue espiritualizar la profecía y reactivar la propaganda, viéndose los éxitos en dos años. Para superar la crisis de la profecía de Russell, enseñó que en verdad el reino se inició en 1914 como se había profetizado — ¡pero Jesús fue entronizado, no en la tierra, sino en los cielos! En dicho año tocaron a su fin "los tiempos de los gentiles", terminando "legalmente el dominio gentil". Según la explicación rutherfordista estamos en la época introductoria o transitoria del reino de Cristo, quien ya desde el año 1914 reina en el cielo. Los "testigos de Jehová" son los únicos súbditos auténticos del reino.
Con todo este trabajo Rutherford fue reconocido por los seguidores como escritor, organizador y propagandista. Como escritor publicó varios libros, pero los más importantes son: Millones que ahora viven no morirán jamás (1920), en esta obra profetizó que en el año 1925 Abraham, Isaac, Jacob y otros fieles de antaño resucitarían físicamente para ser representantes del "nuevo orden" de cosas en el reino. Es por demás decir que no se cumplió la profecía.
El otro libro es El Arpa de Dios (1921). El Arpa era una exposición detallada de la teología de la segunda etapa de la historia de la secta. Significaba un rompimiento con el ruselismo antiguo.26 Suplantó a los Estudios de las Escrituras, tomando su lugar como la segunda Biblia de los "testigos". Dejaron de imprimir la antigua obra de Russell.
Sin embargo, no dejó de haber dificultades en la secta. Aún desde cuando llegó a ser una organización formal con Russell como presidente, su gobierno tuvo algo de carácter dictatorial. Pero cuando Rutherford tomó las riendas la dictadura llegó a ser casi absoluta.
En el año 1939 el vicepresidente Moyle fue destituido por haber criticado la organización y por haber protestado contra las condiciones que existían en la "Casa Bethel", donde se hospedan los que trabajan en la confección de literatura ruselista. Presentó las siguientes quejas: (1) los frecuentes reproches y regaños que Rutherford daba a los trabajadores, (2) la parcialidad que mostraba a favor propio y en contra de sus seguidores en cuanto al modo de vivir, (3) el uso excesivo de alcohol, y (4) el empleo de lenguaje vulgar.
Finalmente muere Rutherford el 8 de enero de 1942. Murió en la mansión lujosa que había construido en San Diego, California, para hospedar a los santos antiguos quienes, según se esperaba, debían resucitar el año 1925.






3.      Natán H. Knórr

A la muerte de Rutherford Knórr es elegido como presidente. La gran reforma que va a realzar es que en el movimiento ya no hay un líder o profeta que transmite infaliblemente la voz de Dios, sino un grupo de líderes. Pues la orden que da Knórr es que el grupo élite del movimiento debe de pertenecer a los 144 000.


Como enseñanza del origen de los Testigos de Jehová se puede decir que es un movimiento que tiene su origen en un hombre u hombres, a cuyos escritos los seguidores los consideran como segunda Biblia. Otro aspecto importante que se resalta, y que nosotros los católicos no hemos aprendido, es la gran capacidad de organización y del elemento propagandístico. 

viernes, 24 de marzo de 2017

CAMINAR COMO "HIJOS DE LA LUZ"



Pablo saca la consecuencia concreta, no ya poética, sino bien prosaica y estimulante, de la gran noticia de que hemos sido iluminados por Cristo. Podemos decir que Pablo es quien nos ofrece su "homilía", aplicando la revelación de Cristo como luz a nuestra vida concreta. Por eso hoy va también para nosotros su consigna: "despierta, tú que duermes, y Cristo será tu luz... Caminad como hijos de la luz".

En esta Pascua cercana Cristo nos quiere devolver la vista también a nosotros. Si de cuando en cuando acudimos al oculista para un chequeo de nuestros ojos, la Pascua también quiere ser una limpieza y sanación de los defectos que podamos tener en nuestra visión de fe. Para que caminemos como hijos de la luz.

Esto nos interpela: ¿queremos de veras vivir en la luz, o preferimos la oscuridad o la penumbra? Caminar como hijos de la luz significa, para Pablo, que hemos de vivir en la bondad, la justicia y la verdad. No podemos actuar como los escribas y fariseos del evangelio de hoy, que se empeñan en no salir de su ceguera y de su hipocresía, apoyados en las instituciones y en los criterios que ellos mismos se han construido. Vivir en la luz significa no vivir en la trampa, en el odio, en la manipulación de la verdad.

La poscomunión de hoy nos recuerda, ante todo, que Dios es la luz verdadera: "Señor Dios, luz que alumbras a todo hombre". Pero en seguida pide que nosotros, los que hemos celebrado esta Eucaristía, quedemos envueltos en esa misma luz: "ilumina nuestro espíritu con la claridad de tu gracia".

El Bautismo fue nuestra primera "iluminación": este fue uno de los nombres de este sacramento desde los primeros siglos. Cada año renovamos nuestro Bautismo, en la Vigilia pascual, y pedimos a Dios que nos renueve la gracia bautismal, que renueve la "iluminación" de nuestros ojos.

Pero además de vivir como hijos de la luz, se nos encarga que seamos nosotros "luz del mundo". Como nos encargó Jesús en el sermón de la montaña: "vosotros sois la luz del mundo... no se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa: brille así vuestra luz delante de los hombres" (Mt 5,14).

Es lo que pasará en la Vigilia Pascual: entraremos en la iglesia siguiendo y cantando aclamaciones a Cristo como luz del mundo, y a la vez encenderemos unas velas personales, tomando la luz del Cirio símbolo de Cristo, mostrando plásticamente que también nosotros hemos de ser iluminadores de este mundo con nuestra vida pascual. Como el ciego, que dio testimonio de su fe a los demás, aunque le costara la expulsión de la sinagoga.

Pascua es Pascua de luz. Y nos invita a optar por la luz en nuestra vida. La luz que es Cristo. La luz que nos comunica a nosotros. La luz que nosotros somos encargados de comunicar a los demás.




jueves, 23 de febrero de 2017

NO SE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES Mt 6,24-34



  

Muchos cristianos han tenido y siguen teniendo dudas sobre la cercanía de Dios y su amor para con nosotros, sobre todo en tiempos de oscuridad en que se acumulan las desgracias personales o comunitarias. También ahora puede uno pensar, como en tiempos del destierro que sufrían los contemporáneos de Isaías: "me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado". Dios, a veces, parece ausente, callado, olvidadizo.

La respuesta nos la ha dado ya Isaías: aunque una madre se pudiera olvidar del hijo de sus entrañas, Dios no se olvida nunca de los suyos. El salmo ha insistido: "confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón".

En la página del evangelio que hemos escuchado hoy Jesús llama dos veces a Dios "vuestro Padre", y nos asegura que si cuida con ese mimo a los pájaros y a las flores del campo, "¿no hará mucho más por vosotros?", y que "ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso".

En la Biblia aparece Dios, a veces, con rasgos maternos. La comparación que hace Isaías de Dios con una madre, representa un vivo retrato de cómo es Dios ya en el AT. Se hizo famoso el papa Juan Pablo I cuando afirmó que Dios "más que Padre, es Madre". Con ello reflejaba las páginas en que en la Biblia aparece dibujado ese "rostro maternal de Dios", como cuando Jesús se compara a sí mismo a una gallina que cobija a sus polluelos.

En el NT se acentúa más todavía el amor de Dios. Hasta la valiente afirmación que llega a hacer Juan en sus cartas, al decirnos con convicción que "Dios es Amor". Muchas veces no sabremos explicar cómo Dios puede permitir o no remediar tanto mal como hay en el mundo. Hoy, las lecturas, no pretenden darnos respuesta a estos interrogantes. Sí nos invitan a confiar en Dios. Y Cristo nos ofrece otros criterios de conducta que ciertamente darían más paz a nuestra vida.

Jesús nos da pistas para nuestra actuación de creyentes. Unas pistas y consignas que pueden parecemos poco convenientes en el mundo de hoy, donde estamos enfrascados en una lucha, a veces cruel, por la supervivencia. Pero él nos invita a confiar en Dios, en oposición a la excesiva preocupación por el dinero.

Empieza diciendo que no podemos servir a dos señores: Dios y el dinero (Dios y Mammón). "Servir" es un verbo fuerte. Es como "pertenecer", obedecer en todo. La postura de Jesús frente a las riquezas y los ricos es bastante negativa, a lo largo de todo el evangelio. Quiere enseñarnos que las riquezas no deben ser nuestra obsesión, que no son la meta fundamental, que hay otras cosas más importantes.

Lo que sigue es consecuencia de eso ("por eso os digo"). Jesús nos invita a no agobiarnos ni por la comida ni por el vestido, dos de las cosas que más nos preocupan siempre. Pone el ejemplo de los pájaros, que comen porque Dios les ha puesto el instinto de buscar y encontrar comida para sí y para sus polluelos, y el de las flores, que también saben sacar de la tierra la hermosura que les caracteriza. En la naturaleza misma se ve cómo Dios ha puesto en principio un equilibrio sano, que deberíamos saber imitar.

El verbo que aquí más se repite y se subraya es el de "no os agobiéis" (hoy sería el equivalente del "estrés"). Naturalmente que hay que comer y vestirse, y buscar cómo dar de comer y de vestir a los nuestros. Pero sin agobio. Es como una explicitación de la primera bienaventuranza: "bienaventurados los pobres.



  LA ANDRIANA La Andriana es una comedia escrita por el comediante latino Publio Terencio Afro. Según los estudios, hay un cierto consenso...