El 11 de abril
de 2015, en el domingo de la misericordia (segundo domingo de pascua) el papa
Francisco publica la bula de convocación del jubileo extraordinario de la
misericordia llamada Misericordiae Vultus (MV).
Gracias a muchos biblistas y teólogos sabemos hoy
que el Dios de nuestra fe, el Dios de la liberación, “el que Soy”, no es un dios
totalmente trascendente, no es un dios inmutable ante el sufrimiento del
hombre, imagen Suya; sino por el contrario, es un Dios lleno de amor y de
ternura, de compasión y de paz, por el
quien fueron hechas todas las cosas y, en ella “nos movemos y existimos”,
muchas veces con temor y temblor. Es el Dios que crea al hombre por amor y lo
llama al amor.
Ahora
bien, esta característica esencial de Dios uno y trino que es el ser compasivo
y misericordioso (Ex 34,6), no se reveló al hombre de una vez por todas, sino
que se va haciendo visible poco a poco a lo largo de la historia de la
salvación, hasta que, como dice san Pablo en su carta a los Gálatas: “al llegar
la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo…” (Gál 4,4). Es, pues,
Jesucristo el rostro visible de la misericordia del Padre. “Jesús de Nazaret
con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de
Dios” (MV 1). En efecto, quien ve a Jesús ve al Padre (cfr. Jn 14,9).
En
este sentido, hablar del Dios de nuestra fe, quiere decir hablar del Dios de
nuestro Señor Jesucristo. Es en Jesús donde Dios se manifiesta y revela.
Nuestras imágenes de Dios siempre tiene que confrontarse con la del Hijo: ¿de
qué Dios es Hijo Jesús?
Urge,
pues, cambiar estas imágenes de Dios enfatizando en el amor, la bondad y el
perdón. Es el amor quien vence al temor. En efecto, al Dios del miedo y del
temor que lo registra todo lo podemos combatir y sanar con el opuesto, que es
el Dios del amor, que es el Dios de Jesús el Nazareno, el Dios por excelencia.
Dice san Juan: “Dios es amor” (1Jn 4,8.16). Es la mejor definición que
encontramos de Dios. Lo nuclear y central de Dios es ser amor y, este Dios amor
se revela en Jesucristo nuestro salvador.
Para meditar:
- ¿Qué imagen de Dios tengo en mi vida?
- ¿He descubierto en el rostro de Jesús al rostro misericordioso del Padre?
- ¿Estoy convencido de que Jesucristo revela de manera definitiva el amor del Padre? ¿Por qué?